Olvidar blanco y negro

Como iban las tres vestidas iguales, les pregunté si posarían para mí en una foto. No me costó mucho trabajo convencerlas, y cuando acabó el breve pase de modelos, una de ellas me pidió si podía colgar las fotos en mi fotolog.

Una petición así me llegó al alma y evidentemente no me pude negar a ella.

No teníamos mucho tiempo, así que la sesión fotográfica terminó pronto. "Ya está bien de hacer el tonto" -dijo una de ellas. "De vez en cuando, es bueno hacer el tonto" -contesté yo.

Luego estuve meditando sobre mis palabras, y me voy a ratificar en ellas: de vez en cuando es bueno hacer el tonto. No sólo me refiero a perder la vergüenza y dar la nota en medio de la calle, sino también a que de vez en cuando es bueno hacer el ridículo sin querer.

Dicho de forma más coloquial, de vez en cuando es sano meter la pata hasta el fondo: es una lección de humildad. Yo ayer, en lo que creía que sería una triunfal hazaña, pegué un buen resbalón. Cuando estuve en el suelo me reí de mi mismo. Al camino erróneo que tomé, le colocaré un post-it mental de calzada deslizante.