30 de mayo de 2011

En blanco


La frase que más me ha gustado del congreso de Madrid, la escuché una vez que el congreso había sido clausurado. Los congresos tienen cosas así. Y la frase fue ésta: "En Medicina, cuando crees que lo tienes todo bajo control, siempre llega una situación que te sobrepasa y que, con un bofetón de humildad, te deja en el sitio que te corresponde".

Reconozco que lo que me sucedió no me había pasado nunca. Mira que he hablado en todo tipo de foros de los más variados temas y ante públicos más numerosos, pero jamás me había quedado en blanco durante una exposición.

No me explico cómo ocurrió. Todo comenzó bien, me presenté y comencé mi exposición de la forma que tantas veces la había ensayado; lo difícil, el arrancar, lo había superado. Fue al cambiar de diapositiva, cuando me correspondía explicar el análisis estadístico al que tanto cariño le había puesto, el punto fuerte del trabajo, cuando me bloqueé.

Conocéis esa sensación, clavos fríos que entran por tobillos y muñecas, mente en blanco, sensación de que todo estaba mal. Cinco segundos. Diez segundos. Pánico. Tomé una decisión: avanzar. Si era incapaz de explicar aquella diapositiva, ya llegaría otra de la que pudiera hablar. Y llegó, y la expliqué. Eran las conclusiones.

Evidentemente, mi exposición quedó coja. En el mundo científico, no se pueden sacar conclusiones sin haber primero explicado cómo llegar a ellas. Afortunadamente, durante las preguntas, pude defender mi trabajo razonadamente bien; al menos para tener tres años de experiencia profesional en el mundo de la Otoneurología.

La Otoneurología siempre ha sido una de mis partes favoritas de la especialidad: la ciencia de los vértigos y los mareos, el complejo mundo del oído interno posterior. Es completamente diferente al resto de la Otorrinolaringología debido a que los diagnósticos son complejos de realizar y a que el lenguaje específico es complejo, farragoso y, en ocasiones, de difícil comprensión para iniciados.

Mis progresos en Otoneurología me recuerdan a cuando estudiaba alemán. Yo estaba muy satisfecho con mi nivel tras superar el tercer año del idioma pero, evidentemente, carecía de la preparación necesaria para charlar con Hermann Hesse. Y me acababa de dar cuenta.

Foto: Es de otra presentación y en otro congreso.

26 de mayo de 2011

El día del cambio


Siempre he tenido una cosa muy clara: quiero trabajar para que las generaciones que vienen después de mí se encuentren con un mundo mejor.

Un mundo mejor no implica necesariamente un mundo más rico. Preferiría ser un poco más pobre si la riqueza de mi país se basara en el negocio de la guerra, por ejemplo, o si esa riqueza supusiera un impacto ecológico inaceptable. En esos casos toleraría ser más pobre, sí, pero no soportaría la pobreza si ésta se debiera a la corrupción política o las tiranas reglas de un sistema económico controlado por bancos y multinacionales.

Ayer llegué a las Setas, las vi y me fui. Era mi noveno día. Me fui y sentí como si me estuviera traicionando a mí mismo, a esos ideales que expliqué en el párrafo anterior. Pero en realidad no me traicionaba, sino que era consecuente con mi propia opinión.

Yo ya no le veía ningún sentido a aquella acampada. Seguían siendo útiles las concentraciones, el ágora y el debate público, pero no la acampada. Sentí la certeza de que permaneciendo allí ni yo ni los demás íbamos a conseguir un cambio. Una vez consensuado un documento de mínimos, la vida a la intemperie carecía de utilidad. Es más, presentí que el continuar allí sólo conseguiría desvirtuar progresivamente la imagen del movimiento, al existir tantas actividades paralelas que ensombrecían el propósito original de la concentración.

Y cogí la mochila, me despedí de los más cercanos y me fui de allí. Tenía que ser coherente con mis convicciones. Así se lo expliqué a Juanjo, el quiropráctico valenciano que reconfortaba al extenuado campamento con sus masajes. También a Sara, la de enfermería, quien no me entendió, pero a la que aquella experiencia le había servido para sentir la vida. Casi lloro cuando se lo dije a Patri, ella que me había guiado de la mano a lo largo de la organización cuando quise montar la enfermería. No sabía dónde mirar al explicárselo a Santi, el ingeniero que llevaba días cocinando y ni siquiera tuve valor de confesárselo a Javier, el otro médico.

Pero que yo abandone la acampada no significa que me haya rendido y deje de luchar por lo que creo más justo. Seguiré aquí, pero de otra forma. Aún no sé cuál, pero la buscaré. Con todos mis antiguos amigos, compañeros y colegas, con los que me he encontrado estos últimos días y de los que ahora sé que poseen un alma crítica ante la situación: María, Nani, Enrique, Nico, Marta.

He de explicar, eso sí, de que por el hecho de que me haya ido no creo que los que seguís allí estéis equivocados. Es más, pienso que actualmente sois los héroes de una democracia marchita. Personas que lucháis por vuestros ideales en medio de una población sumida en la apatía. Me gustaría pensar que yo también fui héroe una vez, aunque sólo fuera durante unos días.

Rocío siempre aparece en mi vida en los momentos en los que necesito consuelo, como ayer por la noche.

-No te preocupes Emilio, que esto ha sido sólo el principio. Un zambombazo en medio de la sumisión de España.
-¿Crees eso?
-Sí. La inquietud está sembrada y ahora ya somos todos conscientes de la indignación del pueblo. Tenemos por delante un año de propaganda electoral por unas elecciones generales y el cambio social no ha hecho más que empezar.

Foto: Ayer por la tarde saliendo de las Setas por la escalera de atrás.

Fin de la serie SETAS REVUELTAS.

25 de mayo de 2011

La especialización en el 15M


Como en todo grupo humano, la supervivencia es más fácil cuando los sujetos se especializan. Dentro de cada una de las acampadas que se han realizado por España en los últimos días, la especialización ha supuesto una mayor organización de los manifestantes.


No perdamos de vista la idea básica: las acampadas son grupos de personas que permanecen de forma indefinida en una plaza pública reivindicando la reforma de la Ley Electoral y otras cosas más. Pero para que puedan lograr su objetivo de forma adecuada y conservando su salud, es necesario un adecuado reparto del trabajo, así como tener ciertas necesidades cubiertas. Así pues, los manifestantes en Sevilla se han agrupado en las siguientes comisiones:


Para cubrir las necesidades básicas de los manifestantes:

La comisión del agua, que recoge agua de las fuentes y la pone a disposición de los asistentes.

El grupo de cocina, que conserva los alimentos que son regalados por los vecinos y que prepara varias veces al día comidas para los asistentes.

La enfermería, de la que hablaré más tarde.


Para cubrir los fines de la acampada:

La comisión de bienvenida, que informa a los recién llegados.

La comisión de información, que, como su nombre indica, informa a los asistentes.

La comisión de barrios, que lleva el mensaje de la acampada a los límites de la ciudad.

Los responsables de logística, que separan la basura de lo que aún se puede utilizar, organizando contínuamente un almacén de variados recursos y materiales.

La comisión de comunicación externa, que informa de las decisiones de la asamblea a través de redes sociales.

Los encargados de limpieza, que custodian el material y vigilan la correcta higiene de la plaza.

El taller, donde los carpinteros transforman viejos palés en muebles necesarios para los asistentes.

El banco multimedia, donde se recogen, se almacenan y se prestan las fotos y los vídeos del evento.

La biblioteca, donde se custodian los libros donados por los vecinos y donde se dispone de mesas y sillas para estudiantes que deban preparar exámenes.


Pero insisto, a pesar de la existencia de estos grupos de trabajo, todo el mundo sigue discutiendo acerca de cómo llevar a cabo la reforma de la Ley Electoral y manteniendo otras conversaciones acerca del resto de problemas del país.


La existencia de enfermerías en las acampadas ha sido criticada en algunos foros de internet. Personalmente, creo que es necesario un puesto de primeros auxilios en una concentración periódica de personas tan numerosa. No prestamos atención facultativa, sino que proporcionamos primeros auxilios básicos y una primera atención hasta la llegada de los servicios de urgencia si son necesarios. Es decir, no tratamos un infarto, ni damos antibióticos a una infección, ni escayolamos un hueso fracturado. Para eso existen en la ciudad lugares especializados.


Pero sí que estamos localizados para diversas eventualidades bastante frecuentes que, como se dijo anteriormente, no requieren atención necesariamente facultativa: traumatismos leves, pequeños cortes, dolores musculares causados por contracturas por la falta de descanso. También sabemos dónde están situados el puesto de urgencias y el hospital más cercano, custodiamos el botiquín donado por voluntarios (que sólo contiene medicación sin prescripción) y (espero que no sea necesario nunca) podríamos realizar reanimación cardiopulmonar básica hasta la llegada de los servicios de emergencia.


En la acampada de Madrid, la enfermería se ha hecho controvertida por ofrecer servicios de Reiki o imposición de manos. Que yo sepa, en Sevilla no se ofrece semejante sistema y yo no soy partidario de los métodos médicos de utilidad dudosa. A pesar de este hecho, no se debe olvidar que la enfermería como el resto de comisiones y grupos, son una herramienta complementaria al fin último de la concentración que es, como dije antes, la reforma de la Ley Electoral.


Foto: La banda blanca con la cruz roja, que identifica a los voluntarios de la enfermería.

23 de mayo de 2011

La guardia, la mesa electoral y la enfermería


El quinto día no me enteré de qué estaba pasando porque estaba de guardia. Y el sexto día no mucho, dado que debía sentarme a una mesa electoral.

Si echo la vista atrás, creo que alejarme durante dos días de las Setas no me vino mal. Me permitió ver qué opinaban acerca del movimiento las personas que aún eran lejanas a él y resultó ser toda una revelación para mí: sorprendentemente la #SpanishRevolution es aún muy desconocida para una gran parte de la población de este país.

Sin embargo, sus efectos se notaron en las urnas. Reconozco que cuando se realizó el escrutinio no me creí los resultados. El PP, como gran partido, había aumentado los votos recibidos en mi ciudad; mientras que los partidos minoritarios siguieron siendo eso, partidos minoritarios. ¿Entonces toda la revolución se había realizado para conseguir el mismo resultado de siempre? ¿Acaso toda la democracia de este país se reducirá para siempre al "no me gusta cómo lo hace este partido, votemos al otro"?

La victoria aplastante del PP con una mayoría absoluta que le permitiría gobernar como desease no me dejó ver una cosa buena que descubrí unas horas después: la participación ciudadana había sido bastante más alta de la habitual (62,7%). Eso era algo bueno porque significaba que los ciudadanos estaban entendiendo la importancia de acudir a las urnas y eso es parte de lo que con pretende en este movimiento.

Tras la disolución de mi mesa, me fui a las Setas para saber qué había ocurrido en estos dos días y de paso disipar uno de mis temores: ¿moriría el movimiento tras las elecciones?

Para mi sorpresa, las asambleas continuaban realizándose como solían hacerse. Pregunté a una chica cuánto tiempo más estaba pensado continuar con todo esto y me dijo:

-Por lo menos un año. Hasta las elecciones generales.

Su respuesta me llenó de la esperanza propia de un veinteañero y, mientras daba mi paseo habitual por la plaza para estudiar qué estaba ocurriendo en ésta, mis ojos se posaron en una caja solitaria que yacía en el suelo y que decía "Botiquín".

Pregunté por esa caja en la enfermería y me respondieron que dentro estaban las medicinas y el material sanitario que los asistentes habían ido donando.

-¿Hay alguien que lo esté organizando?
-¿Por qué no lo haces tú?
.¿Puedo?
-Sí.

Me llevaron a información y me acreditaron en ese momento como personal voluntario del área de enfermería.

21 de mayo de 2011

Las reivindicaciones y las críticas en el cuarto día


Hasta aquel cuarto día, muchos habían criticado que la finalidad de nuestra concentración era desconocida. Y en cierto modo tenían razón, porque hasta aquel momento no pedíamos nada concreto. Esa ausencia de finalidad los primeros días era lógica porque, ¿cómo saber hacia dónde dirigirnos si ni siquiera antes sabíamos quiénes éramos?

Personalmente, temía el momento en el que se redactasen los objetivos de la concentración. Cuando se trata de luchar por valores positivos (democracia, igualdad, sostenibilidad) todo el mundo está de acuerdo. Es cuando se discute cómo llegar a esos valores cuando aparecen las discrepancias.

En la mañana del viernes llegaron desde Madrid los objetivos a la mayoría de los asistentes de Sevilla. Eran numerosos, pero yo destaco los siguientes:

1. Reforma de la Ley Electoral y sustitución del método d'Hondt por otro más justo en el que los partidos minoritarios no resulten penalizados por el voto en blanco de terceros. Desde el colegio, cuando me enseñaron a hacer lo que en la E.G.B. llamaban "repartos directamente proporcionales" no entendí por qué hoy en día seguía vigente el método d'Hondt. Sea como sea, los manifestantes no parecíamos estar muy de acuerdo con su existencia. También se piden listas abiertas, de modo que se elijan personas, no listas cerradas de candidaturas.

2. Separación de Iglesia y Estado. ¿Ah, pero no estaban separados en la Constitución del 78? Me pongo a consultar el texto y encuentro en el artículo 16.3 dice: "Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones". Yo respeto el credo de cada uno del mismo modo que exijo que se respete el mío propio, pero un artículo así en pleno siglo XXI lo veo como mezclar tocino y velocidad.

3. Lo de las hipotecas. Ya sabéis. No sé si es una ley o un tratado o qué, pero es una injusticia de las grandes. Eso de que si dejas de pagar la hipoteca, tu casa se la lleva el banco, al que le tienes que seguir pagando la hipoteca. Que se lleven la casa son las reglas del juego, pero ¿seguirles pagando si se quedan con la propiedad? Yo lo veo una injusticia terrible, sobre todo teniendo en cuenta que la hipoteca es el único medio de muchos para poder optar a una vivienda.

4. Sueldos justos para los políticos, que no estén libres de impuestos y que, por supuesto, no sean vitalicios; sobre todo cuando muchos tememos no tener una pensión digna cuando llegue nuestra jubilación.

5. Otras muchas reivindicaciones que pueden ser encontradas y explicadas en Internet mucho mejor que en este blog y que incluyen la reforma de las leyes Sinde, Extranjería y antitabaco, trabajos y sueldos dignos y adecuados a la formación, la lucha por una economía más sostenible, la existencia de medios de comunicación no tendenciosos, la no privatización de la Universidad pública,...

Aquel mismo cuarto día no sólo los manifestantes tenían claro por qué estaban allí, sino que muchos de los que no apoyaban el movimiento también sabían por qué quedarse en casa.

En este sentido, los manifestantes pronto nos dimos cuenta de lo importante que era mantener la imagen dentro de la plaza: se trataba de que el movimiento fuera ejemplar en todos sus aspectos y de no proporcionar motivos para la crítica. Por eso, critiqué enérgicamente que algunas consignas de la manifestación fueran gritos como "PSOE y PP la misma mierda es" o como "Si esto no se arregla, guerra, guerra y guerra". Contra la primera, exijo respeto para cualquier grupo político y contra la segunda, jamás defenderé la guerra como forma de solucionar problemas. Ya sé que estas frases son en realidad exaltadas pero, repito, opino que la imagen de la concentración no debe verse empañada por nada, y esto podría causarlo.

La amenaza de dispersión del movimiento con motivo de la jornada de reflexión electoral pronto fue disipada cuando desde los sindicatos policiales se señaló la poca pertinencia de disolver un encuentro como el de la puerta del Sol y cuando el Gobierno se pronunció y dijo que respetaría las concentraciones mientras fueran pacíficas. Así que la multitud se comenzó a preparar para su reflexión electoral, de ese modo pacífico que el Gobierno había pedido, bajo la noche de Sevilla.

Foto: El buzón número tres, donde se recogen propuestas fiscales populares para arreglar el país.

20 de mayo de 2011

Los días segundo y tercero de #acampadasevilla


Durante el día segundo, el grupo creció tanto en número de gente como en iniciativas.

La concentración estaba convocada a las ocho de la tarde; a esa hora se habían llenado las escaleras principales de Las Setas. A las ocho y cuarto era difícil encontrar sitio en ellas. A las ocho y media comencé a temer por la resistencia al peso de las mismas. A las nueve menos cuarto empezó a llover, pero nadie se movió. Todo el mundo siguió coreando como si tal cosa. Quizás estuviéramos todos tan quemados con la realidad, que el agua nos refrescaba.

Tras la concentración, tuvo lugar la asamblea. Los micrófonos estuvieron abiertos para todo el que quisiera hablar. Me gustó la intervención de un hombre mayor, que reconoció no haberse emocionado tanto desde Mayo del 68. También me gustaron las propuestas de un biólogo que hacía teatro: él animó para que florecieran las aportaciones culturales en la concentración y para que se marcaran nuestros billetes con las palabras "Spanish Revolution".

El segundo día fue un día de reencuentros: viejos compañeros de la facultad, nuevos compañeros del hospital, amigos, vecinos, estaban allí, junto a otros centenares, sentados junto a mí, discutiendo en asamblea popular, aprobando un manifiesto, el mismo que había sido votado en Madrid. Algunos hasta propusieron cambiar el nombre de la recién estrenada "Plaza Mayor" por el de "Plaza de la Democracia".

Foto: La primera asamblea.

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El tercer día ocurrió la explosión social. Lo noté cuando consulté mi muro de Facebook.

Me tocaba trabajar tanto por la mañana como por la tarde, por lo que llegué ya de noche al encuentro. Estuve informándome todo el día a través de redes sociales. En éstas, los que antes siempre hablaban sólo de música e informática, ahora discutían sobre política. Unos eran positivos con la revuelta; otros se mostraban suspicaces y algunos pocos no estaban de acuerdo con ella.

En cualquier caso, Internet echaba humo. La inquietud por el futuro había despertado bruscamente en una importante parte del país. Por supuesto, surgieron rumores acerca de manos que manipulaban aquello; yo no me los creí. Simplemente, no creo que nadie que intente manipular a los ciudadanos lo haga estimulando un debate inquieto en jóvenes variopintos.

Los manifestantes, que durante el segundo día aún no nos habíamos diferenciado, a lo largo del tercer día se estructuraron socialmente. Ahora se encontraban organizados y especializados: unos cocinaban, otros comunicaban, otros limpiaban, los había hasta que se encargaban de la seguridad.

Se organizaron charlas especializadas en los diferentes problemas del país. Por otro lado, las 170 personas que habían dormido allí la noche anterior se organizaban para alojar a las que se les incorporarían en aquella segunda noche. El resumen de aquella tercera jornada fue que se definió como objetivo principal la reforma de la ley electoral y se hablaba con cierto temor de qué ocurriría cuando llegara la jornada de reflexión.

Me fui y, mientras me iba, descubrí que la comisión de limpieza luchaba contra varios grafitis pintados sobre el suelo de piedra del monumento. Ojalá hechos como éste sean una excepción, porque hasta el momento la reunión presume de ser limpia, pacífica, apartidista y aconfesional.

Foto: Cuadrante de organización del movimiento.

18 de mayo de 2011

El fenómeno del 17 de mayo


Fue como esa última gota que hace rebosar el vaso colmado.

Nadie sabía lo que estaba pasando, pero habíamos salido de nuestras casas y sabíamos a dónde ir: Twitter nos lo había dicho. El destino de nuestro camino eran las escaleras de las polémicas setas.

En un extraño fenómeno de pensamiento colectivo, muchos supimos durante nuestro camino en lo que estaban pensando los demás: en nuestras mentes estaban todas esas situaciones injustas que llevaban años incomodándonos y de las que habíamos hablado muchas veces. Todas ellas juntas.

La crisis. La corrupción. La ley de los funcionarios. La precariedad laboral. La situación de los medios de comunicacion. Las bajadas de sueldo. La ley Sinde. El sistema electoral. Los derechos de los bancos. La situación internacional. Los recortes en todos lados. El sistema de pensiones.

Llegamos silenciosos a las escaleras de las Setas en grupos de uno. Muchos no sabíamos qué esperar. Además, teníamos la duda de si estábamos siendo manejados por algo o por alguien con algún oscuro propósito; pero sentíamos que, a pesar de todo aquello, nos movía un deseo de cambio ante una situación de inconformismo mucho más fuerte que esos pensamientos suspicaces nuestros sobre una posible manipulación.

Como contaba Li Po en uno de sus poemas, ocurrió que "Nos sentamos juntos. La montaña y yo. Hasta que sólo quedó la montaña".

Foto: Las Setas, esta noche.

14 de mayo de 2011

Curso de Facebook para médicos


Dije que sí cuando hace dos meses me propusieron impartir ese curso de Facebook para médicos, y eso que no soy un gran experto en esta red social.

Hace unos meses leía en el blog de la doctora Jomeini cómo le sigue entrando cierta congoja cuando tiene que prepararse algunas de sus clases para instruir a otros médicos en el dospuntocerismo. Tanto Ana como yo, somos blogueros, y eso no nos convierte en expertos en social media.

Pero, como ella misma dice, "en el país de los ciegos, el tuerto es el rey", lo haremos lo mejor que podamos, y, si por algún casual, entre los alumnos se encuentra alguien que sepa del tema más que el profesor, no es motivo de preocupación, sino que es una buena noticia, porque la web 2.0 no es más que compartir conocimiento desde la horizontalidad.

Así pues, me lié la manta a la cabeza y comencé a preparar el curso. Pero, ¿qué busca exactamente un médico de Facebook? ¿Cómo sacar una utilidad profesional a una red social que se caracteriza por lo personal? Ésas son las preguntas que pretendo resolver en una charla que he estructurado de la siguiente manera:

1. ¿Qué es el social media? De esta parte hablaré o no en función del nivel del auditorio sobre nuevas tecnologías. En realidad, voy a contar un poco el famoso cuento de los helados de Scoopville, que no sólo sirve para explicar la red social, sino que también consigue que se intuya qué es el muro de Facebook.

2. ¿Qué es una red social? El concepto de amplificación social. Esta parte me gusta mucho, porque pienso comparar que, del mismo modo que se pueden buscar relaciones sentimentales de forma intuitiva, las oportunidades laborales están ahí.

3. ¿De qué está formado Facebook? Perfil, grupo y página. En este punto me resultó brillante una clase sobre Facebook que hace unos meses se impartió en TeKuidamos.

4. ¿Cómo proteger mi intimidad? Éste punto es muy importante. Aún muchos médicos no están en Facebook porque tienen miedo a perder su intimidad. No quieren que sus pacientes los vean en la playa. Ni en fiestas con una copa en la mano. En este sentido, la agrupación de contactos en cuatro grupos de privacidad, como se sugiere por diversos sitios de internet, me resulta sencilla, intuitiva y proporciona la confianza necesaria como para no dejarse intimidar por Facebook.

5. El buscador de Facebook: encontrando grupos y páginas de interés para otorrinolaringólogos. Es curiosa la aceptación que ha tenido Google como buscador. Todo el mundo sabe usar Google. Sin embargo, para encontrar determinada información, es preferible usar otros buscadores como el de Facebook o el de Twitter. ¿Por qué estos métodos de búsqueda son menos famosos y qué tipo de información se puede encontrar en ellos?

6. Facebook y Telemedicina. Aquí, brevemente, hablaré de lo que hablo siempre, eso de mis pacientes a través del ordenador y bla, bla, bla,... (ya os lo sabéis todos, me repito mucho).

7. Conocer las reglas ocultas del juego antes de continuar: la reputación digital, el branding, el landing y otras cosas que hay que saber, porque, antes de lanzarse a la piscina, hay que comprobar que tenga agua.

Yo lo veo bastante completito. ¿Echáis en falta algo? Todo tipo de consejo es muy agradecido.

Foto: Este aparato está en el museo de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y servía para hacer audiometrías. Se ve que la especialidad sigue evolucionando.

8 de mayo de 2011

Voltio cruel


Capítulo 2x05

Cualquiera que conociese un poco a Giz sabía que el último año no había sido el mejor para él.

La infancia de Giz se había desarrollado en un pequeño y alejado pueblo del norte, perdido entre las montañas, allá donde los programadores japoneses de Pokémon nunca soñaron que su juego podría llegar. Habiendo crecido en un entorno tan tranquilo y bucólico, no era de extrañar que el equipo Pokémon de Giz se caracterizara por estar compuesto por Pokémon de aspecto pacífico y que fuera poco intimidatorio. ¿Alguien se dejaría asustar por un conjunto de pequeñas criaturas sonrientes, la mayoría de ellas de color rosa palo?

Giz había unido hace años a nuestro club de entrenadores, donde nunca fue considerado un rival demasiado complicado. Y entonces, de un día para otro, desapareció. Nadie más supo de él.

-Ha vuelto a su casa -decían unos.
-Escuché que padece una terrible enfermedad -comentaban los más chismosos.

Su desaparición duró un año, hasta que Vientoblanco y yo nos lo encontramos durante nuestro viaje por Hoenn, en Ciudad Malvalona, lugar en el que Giz me retó a un desafío.

El gimnasio Pokémon de ciudad Malvalona está adecuadamente equipado para batallas eléctricas. Cuando acepté el reto de Giz, supuse que él utilizaría Pokémon de este tipo, lo que me tranquilizó bastante. Conociéndole, seguramente utilizaría un Pichu, un Plusle, un Minun o cualquier otro eléctrico de apariencia encantadora.

Por eso me relajé. Ninguna de estas especies es demasiado fuerte y además, como cualquier entrenador aprende en sus primeras lecciones, los ataques eléctricos no hacen demasiado daño a los Pokémon tipo planta, que a mí se me dan particularmente bien.

Ése fue mi error. Giz comenzó el combate con una bestia eléctrica de la que nunca había oído hablar. Era un Luxray, un fuerte león eléctrico originario de la región de Sinnoh. Los Pokémon eléctricos son todos muy rápidos; los de tipo planta, muy lentos, por lo que a él le correspondió iniciar el combate.

Voltio cruel!

Giz había ordenado uno de esos potentes ataques nuevos, frente al cual, mi Gloom no tuvo ninguna oportunidad: a pesar de su relativa inmunidad a la electricidad, fue debilitado en el acto.

-¿Cómo te las has apañado para mejorar tanto desde que no te veo? - le pregunté un poco enfadado por no haberme dejado actuar en la batalla.
-No tienes ni idea del lugar en el que he estado. Me han sometido durante días a fuertes corrientes, y me han castigado con venenos con nombres imposibles de recordar. Soy casi el mismo de antes, sólo que ahora soy más fuerte.

Se rió hacia dentro y con ironía, como él suele acostumbrar, y yo no pude sino alegrarme de que, después de todo, volviera a estar con nosotros.

Foto: Gimnasio de Ciudad Malvalona. El Luxray de Giz usa el ataque Voltio Cruel contra mi Gloom.

4 de mayo de 2011

Justicia para los erres mayores


Dentro de unos cuantos días, entrarán en el hospital los nuevos médicos residentes, que en su mayoría son médicos generales que comenzarán su proceso de especialización. ¿Nunca se han preguntado cómo se las apañan para aprender las competencias de su especialidad desde cero?

Bien, el aprendizaje se obtiene de diversas fuentes. El médico residente en sus primeros años estudia libros y lee artículos; recibe cursos de formación por parte del hospital y es tutorizado por diversos médicos adjuntos ya especialistas.

Pero existe una importante fuente de formación que normalmente es ignorada y maltratada: los erres mayores.

Los erres mayores son también médicos en proceso de especialización, pero que comenzaron su periodo de formación un curso antes. Ellos son los que dan esos consejos básicos para la práctica diaria; esos trucos para sobrevivir dentro de la compleja organización sanitaria que no viene explicada en ningún libro. Son los que conocen tu futuro e inmediato trabajo mejor que nadie y los que te orientan de la forma que sólo una persona que hacía escasamente un año estaba tan perdida como tú es capaz de hacer.

Gran parte de la formación de muchos especialistas de nuestro tan alabado sistema sanitario ha sido gracias al trabajo anónimo y altruista de estos erres mayores.

Quizás ahora sea el momento de pensar si es oportuno que los médicos con menos experiencia sean los que proporcionen tantos consejos útiles a los residentes novatos y si los beneficios de esta forma de orientación superan los riesgos.

Yo no tengo herramientas suficientes para responder esta última pregunta, pero sí que les puedo contar que mis erres mayores han sido dos maestros excepcionales. Está próximo el día en el que acaben su residencia, dejándome a mí la responsabilidad que ellos han ejercido. Espero estar a la altura.

Foto: Con Migue y Rafa, mis erres mayores, esta misma noche, en la Feria.

1 de mayo de 2011

K.O.L. (Key Opinion Leader)


El perro que muerde la mano que le da de comer es tonto, y este perro lo sabe, porque su blog se llama "El tonto de Santa Justa".

Aunque si reflexionamos un poco más acerca de por qué un perro se comporta de esta forma, quizás sea porque esa misma mano que lo alimenta, le da tantos palos que ya no puede soportar más.

En los hospitales grandes, los trabajadores no nos conocemos. Es bastante probable que Federico Relimpio y yo nos hayamos cruzado muchas veces por los pasillos y no nos hallamos reconocido mutuamente. Incluso es posible que en alguna ocasión hayamos hablado acerca de un paciente común, quién sabe.

Si hubiera sabido que era una persona tan valiente como para haber escrito el libro que acabo de leer, seguramente habría estado más atento.

K.O.L. (Key Opinion Leader) es una novela corta que narra de forma directa y cruda las vivencias de médicos y pacientes durante un periodo de tiempo muy determinado: la transición desde la época de los grandes regalos de la industria farmacéutica hasta la austeridad provocada por la implantación del Código Médico Deontológico y las Unidades de Gestión Clínica.

En K.O.L. se explican con palabras llanas los conflictos del Sistema Sanitario Público, que provienen de la confrontación de los intereses de tres fuertes colectivos: una industria farmacéutica, que busca una nueva forma de publicidad y promoción debido a una legislación cada vez más restrictiva; unos organismos de gestión politizados, que pretenden la reducción del gasto sanitario mediante fuertes medidas de control de personal y, por último, unos facultativos médicos patológicamente deseosos por obtener un reconocimiento que no se les otorga.

Cada uno de estos tres colectivos lucha con fuerza por conseguir sus propósitos. La mayoría de los personajes creen que estos propósitos son bienintencionados; como dijo Benjamin Linus en Lost "We're the good guys" (nosotros somos los buenos). Pero el lector, que tiene la oportunidad de analizar externamente la situación, pronto comprenderá que casi todos ellos están equivocados.

Relimpio no deja títere con cabeza y repasa los aspectos más oscuros del sistema: el mobbing intencionado, los congresos médicos en destinos exóticos, los sindicatos corruptos, la relativa ética de los ensayos clínicos, la relación entre sexualidad y poder, la perversión de la gestión por objetivos, las malas prácticas derivadas de la evidencia médica y, para terminar, el tema que le da el título al libro, la formación de "líderes médicos de opinión" por parte de la industria farmacéutica y cómo ésta se las arregla para que esa opinión acabe siendo sesgada y tendenciosa.

Los pacientes serán los perjudicados en último lugar de toda esta situación y quienes, en el último momento, conseguirán dar esperanza al por entonces compungido lector.

La versión en PDF del libro es gratuita y se puede descargar aquí. Yo lo compré en papel y, como se ve en la foto, ya está en mi librería.