27 de febrero de 2011

¿Y esto es todo?


Hace dos días, cumplió cuatro años. El blog, digo. Y, al igual que muchas personas cuando ya llevan muchos años cumplidos, el blog y yo decidimos no celebrarlo. Ya somos muy viejos para celebraciones.

Porque tanto él como yo, últimamente pensamos lo mismo: ¿es esto realmente todo?

Nos sentimos atascados en muchas ocasiones; no faltos de creatividad, que de eso aún tenemos, sino atascados. Es paradójico sentirse atascado en este mundo, que tan pocos obstáculos tiene.

En este universo intangible, las reglas del juego son claras. Escribe tu opinión, encuentra a personas que piensan como tú o, al menos, a las que les agrada lo escrito. Entonces te sentirás dueño de la verdad absoluta porque, aunque seguramente también haya discordantes con tu texto, a la mayoría no los conocerás y, si por casualidad lo haces, será porque usan tu información contra ti o porque dejan constancia escrita de su opinión contraria en cualquier otro lugar de la Red, creándose luchas de orgullos ciegos que destruyen más que edifican.

No, esto no puede ser todo. Debe haber algo más, pero ¿qué?

¿No es este el mismo pensamiento que atormenta a las personas en la crisis de los cuarenta años? Mi blog es, en este sentido, precoz.

Foto: El día que cumplí cuatro años.

21 de febrero de 2011

Garrote y zanahoria: al asno lo que es del asno


Es una obviedad decir que por muy bien que funcione cualquier organización sanitaria, ésta siempre es susceptible de mejora. Pero cuando lo que se pretende mejorar de una organización sanitaria es el personal, las cosas se ponen complejas.

Clásicamente, se han descrito dos formas de incentivar al personal de una organización, ya sea ésta sanitaria o no. Familiarmente, a esos incentivos se les ha llamado "garrote" y "zanahoria".

El incentivo garrote pretende "castigar al malo" con el objetivo de que tanto él como sus compañeros eviten conductas improductivas. Por ejemplo, en algunas empresas, se ficha con la hora de entrada y salida de modo que los impuntuales son castigados para que cumplan todas sus horas de trabajo. A pesar de que los incentivos garrote son efectivos en gran medida, despiertan en los buenos trabajadores sentimientos negativos. Algo así como "si yo trabajo bien y soy puntual, ¿por qué mi jefe recela de mí con esta amenaza?".

Sí, el incentivo garrote es cruel, pero peor aún es el incentivo zanahoria.

El incentivo zanahoria es el opuesto al anterior, dado que lo que hace es "premiar al bueno" para promover actitudes positivas. El incentivo zanahoria otorga premios, en ocasiones económicos, cuando se logran determinados objetivos. Pero las desventajas de cualquier zanahoria son dos:

1. Se lucha por el objetivo y no por lo que realmente importa, que es lo que motiva el objetivo. Por ejemplo, si se propone un premio al que ahorre más papel, los trabajadores intentarán consumirlo menos y se corre el riesgo de que dejen de escribir.
2. Cuando se deja de lograr el objetivo, no se obtiene la zanahoria y el trabajador no percibe eso como haber dejado de obtener un complemento salarial ya no merecido, sino como un injusto recorte del sueldo. Y es que a recibir dinero cualquiera se acostumbra rápido.

Debería entenderse que tanto garrotes como zanahorias pueden servir para estimular a los asnos, pero los trabajadores no somos asnos. Entonces, ¿cómo se debería promover una actitud de mejora? Sencillo. En el caso de los trabajadores sanitarios existe una ventaja que no está presente en otros sectores.

El trabajador sanitario suele ser un sujeto motivado; al fin y al cabo, todo el mundo habla de la vocación que hace falta para desempeñar nuestros puestos de trabajo. También es verdad que somos inconformistas crónicos, pero ¿acaso esto no es un reflejo de nuestro deseo por trabajar en un lugar mejor y por tanto de nuestra vocación?

Es así de fácil. Que nos pregunten qué no nos gusta, que nos consulten que es lo que aún puede ir mejor. Que nos hagan partícipes en iniciativas y proyectos de cambio consensuados por ambas partes y que cuando no sean posibles nos expongan los motivos por los cuales no lo son.

Porque la motivación en un sujeto vocacional es más fuerte que un golpe de garrote y sacia más que una dieta a base de zanahorias.

Foto: Poco motivante ensalada de zanahorias para la cena.

19 de febrero de 2011

Sevilla, miarma, qué guapa eres


Todos mis compañeros de piso me acaban preguntando, tarde o temprano, las dudas de sus deberes de castellano.

En este sentido, hay dos niveles: los que aún tienen problemas para diferenciar los verbos ser y estar y por tanto usan indiscriminadamente y, por otro lado, los que ya han superado esta dificultad y que suelen hacer preguntas más difíciles.

Hace un par de semanas, un inglés, mientras preparaba su té de las cuatro, me hizo una pregunta que me resultó obvia en un primer momento:

-Emilio, ¿se dice Sevilla es bonitA o Sevilla es bonitO?
-Sevilla es bonitA.
-Entonces, ¿las ciudades son todas femeninas?
-Pues creo que sí, sí. O no. Jaén no. Jaén es masculino -dije mientras recordaba el famoso poema de Manuel Machado que dice "plateadO Jaén".
-¿Y Madrid?
-Madrid... Madrid es femenino. Por ejemplo, se dice "Madrid estaba llenA de personas". Y también... ...espera, se dice "EL Madrid de los años cuarenta"; "LA Madrid de los años cuarenta" me suena raro. Madrid debe ser ambiguo. Sin embargo, Sevilla es claramente femenino; se dice "LA Sevilla de hoy" y no "EL Sevilla de hoy", que se referiría al equipo de fútbol.

La cosa se puso más complicada cuando descubrí que "EL Sevilla de hoy" no sonaría demasiado raro en cuanto se hiciera mi oído. Ahora no tengo claro que Sevilla sea tan femenina, pero yo diría que sí, al menos por todos esos azulejos del centro que rezan "Sevilla, miarma, qué guapA eres".

Este problema gramatical de género me dejó con la mosca detrás de la oreja, hasta que decidí comprobar si mi gramática de la R.A.E. decía algo respecto al tema.

En efecto, en la sección 2.5.1b, leí lo siguiente:

"En el caso de los nombre propios de ciudades y países tienden a usarse como femeninos los que terminan en -a átona (Colombia, Córdoba). Cuando acaban en -á tónica, los nombres de países son masculinos (Panamá, Canadá), pero los de ciudades suelen ser femeninos (Bogotá). Los acabados en otra vocal o en consonante concuerdan por lo general en masculino (Toledo, Buenos Aires) aunque a menudo ambos géneros son posibles. Ambos géneros son posibles cuando se combinan con el cuantificador todo, pero se prefiere el uso de Madrid como masculino."

Así pues, deduje que el género de las ciudades es más bien una tendencia, siendo la elección final del hablante usar el masculino o el femenino. Sin embargo, aún me planteo si existen tintes subjetivos que nos hagan elegir un género u otro en función del contexto en el que se desenvuelva la ciudad.

Foto: Desde la azotea de Manu y Rocío.

15 de febrero de 2011

Good Morning Mix III


Conseguimos hacerlo entre todos los dos últimos años: el disco colaborativo de canciones de despertador, cuyas primera y segunda edición pueden ser escuchadas aquí y aquí respectivamente.

Las reglas las conocéis todos, a excepción de los que habéis comenzado a leer este blog hace poco. Vosotros, los lectores habituales, sólo tenéis que firmar esta actualización diciendo la canción que estos últimos días está sonando en vuestros despertadores y, dentro de unos días, os enviaré la lista de reproducción que contiene el recopilatorio de todas esas canciones.

Esta edición, en lugar de con Goear, quiero crearla con Spotify, debido a la popularización de esta aplicación en los úlitimos doce meses.

Así pues, comenzamos a crear el "Good Morning Mix III"; formado por esas canciones de despertador que, queramos o no, acabaremos odiando. Y comienzo aportando mi propio granito de arena:

L. van Beethoven - Sonata nº 8 en do menor, segundo movimiento "Pathétique".

Foto: Las palmeras de la plaza de América, a las siete de la mañana.

PD: El Recopilatorio puede escucharse en esta lista de Spotify.



Akitala: El canto del loco - Despiértame.







Anler7: Snow patrol - Open y
our eyes.






Bellatrix: Klaus Baldelt - He's a pirate.






Daw
elian: Manuel Marvizón - Herrera en la Onda.






Dra. Jomeini: Gloria Gaynor - I will survive.






Emilienko: L. van Beethoven - Sonata nº8 en do menor
, segundo movimiento.






Encarni R: Quique González -
Aunque tú no lo sepas.






Igaku: Rimsky-Korsakov - El vuelo del moscardón.






Iñaki: Jason Mraz - I'm yours.






Miguel: Regina Spektor - Us.

11 de febrero de 2011

Alejandro Sanz contra Elena


-Un músico escribe una canción, la registra, la hace famosa y entonces, cada vez que ésta se reproduzca, cobrará unos derechos por utilizar su propiedad intelectual -nos explicó Elena durante el café de hace unas tardes. No tiene nada que ver con la propiedad intelectual de los científicos.
-¿No? -preguntó Beatriz.
-No. Cuando un científico escribe un artículo y decide enviarlo a una revista para publicación y ésta lo acepta se olvida de sus derechos de autor, que le quedan cedidos a la revista en cuestión.
-Pero cuando, como lector, quieres un artículo científico tienes qué pagarlo. De ese dinero, ¿nada recibe el autor?
-No, nada. Incluso en algunas revistas, el autor debe pagar cifras de hasta tres ceros.

La situación es injusta. Tanto el músico como el científico quieren que sus trabajos sean reconocidos. El músico recibe una parte de los derechos de autor por el uso de su propiedad intelectual; el científico no recibe nada al haber cedido sus derechos. Ni siquiera una copia gratuíta de la revista donde ha publicado su manuscrito.

-Y los músicos encima se quejan -apostilló Elena.

Jamás me he planteado recibir dinero por una de mis publicaciones; me contento con que algún día le puedan servir a alguien. Pero tampoco me había comparado nunca con un músico. Es verdad que mis artículos no están en revistas de factor de impacto, pero, en el caso de Elena, que ha tenido que pasar jornadas de noche a noche de laboratorio de lunes a sábado, y además ir a alimentar a los cientos de peces cebra que componen su experimento todos los domingos a lo largo de cuatro años, la situación parece más injusta.

El resultado es este excelente artículo en Current Biology acerca de la orientación de la división celular en el tejido neural embrionario, mil veces más valioso y mil veces menos conocido que cualquier canción de la radio.

Hay cosas que parece que aún no cambian: seguimos tratando a la científicos a pedradas, sin reconocer lo que valen.

Foto: El Poliwhirl de Elena mira los peces cebra a través del cristal de su acuario.

6 de febrero de 2011

El concepto de etmoidectomía


Todos estaban muy enfadados con el señor Etmoides.

Nadie recordaba bien cuánto tiempo llevaba el señor Etmoides viviendo en el penúltimo piso del edificio: nunca había salido demasiado y pocos le habían visto la cara. Pero desde hacía algún tiempo, la situación se había vuelto insostenible.

Todo comenzó cuando doña Boca y doña Garganta, dos viejas solteronas que vivían debajo del señor Etmoides, habían comenzado a sufrir las consecuencias de la basura que el señor Etmoides tiraba por el desagüe.

-¡Nuestro cuarto de baño huele fatal! -se quejaban con razón.

Doña Boca y doña Garganta eran muy conocidas en la Comunidad y no precisamente por su estricto sentido de la limpieza, por lo que su comentario comenzó a alarmar al resto de los vecinos.

Los señores Ojo, un matrimonio siempre muy bien coordinado y vecinos de piso del señor Etmoides, pronto advirtieron que desde hacía meses no se abría su puerta. Sin embargo, por la actividad que percibían a través de sus paredes, dedujeron que el señor Etmoides seguía viviendo allí y que por tanto debía estar acumulando todas las basuras que producía.

Así lo señaralon en la siguiente reunión de comunidad y, como no podía ser de otra forma, cundió el pánico entre los demás vecinos.

El señor Encéfalo, un viejo solitario con aires de grandeza que ocupaba el ático y con obsesiones casi patológicas por la dieta y la asepsia, pronto organizó a los vecinos para poner solución a tan indeseada situación.

Pronto los vecinos acordaron que la solución más acertada era abrir de algún modo la puerta y las ventanas de la casa del señor Etmoides, para al menos airearla. Probaron cientos de métodos y productos de efectividad probada sobre la problemática puerta, pero en esta ocasión ninguno de ellos consiguió hacer el efecto deseado.

Cuando todos los esfuerzos se vieron frustrados, apareció Otto. Otto Rhino era uno de los vecinos más silenciosos del bloque. Sólo en sus primeros años había dado algunos problemas de convivencia que, con el tiempo, se fueron minimizando hasta casi desaparecer.

Otto propuso derribar el muro que separaba la casa del señor Etmoides del descansillo.

-No es un muro de carga, se puede hacer -informó. Derribaremos todas las paredes de la casa del señor Etmoides, hasta crear una gran cavidad, un loft de fácil autolimpieza.

Tanto el señor Encéfalo como el matrimonio de los señores Ojo se mostraron recelosos respecto a la idea de Otto.

-¿Y si por error se derrumba la pared que no es y quedamos comunicados con el sucio señor Etmoides? -preguntaban mientras se llevaban las manos a la cabeza.

A pesar de las quejas, el resto de vecinos acordó que ésta era la mejor solución al problema y un par de días más tarde comenzó la ilegal demolición de la casa del señor Etmoides.

Seguramente ustedes quieran saber cómo acabó esta historia y yo les responderé que los cuentos tienen más tarde o más temprano un final feliz.

Pensado durante una reunión de comunidad.

Foto: 13 rue del Percebe.

2 de febrero de 2011

El síndrome del quinto TAC


Estás explorando a un paciente y entonces te das cuenta de que vas a necesitar un TAC. Acabas la exploración y, cuando vas a coger el volante para solicitarlo, te paras en seco y le preguntas a tu ayudante:

-¿Cuántos TACs llevo pedidos ya hoy?
-Con éste hacen cinco.

En ese momento te detienes y te planteas de forma semiconsciente si el TAC que ibas a pedir era realmente necesario.

Algunos compañeros y yo, todos en los primeros años de nuestro ejercicio, hemos bautizado a esta situación "el síndrome del quinto TAC", que consiste en un sentimiento de responsabilidad hacia el consumo de recursos que ocurre al haber indicado muchas veces una misma prueba complementaria en diferentes pacientes a lo largo de un mismo día.

Cuanto más cara sea la prueba que se solicita, antes se comienza a sufrir el síndrome del quinto TAC: respecto a los análisis de sangre, difícilmente comenzará a sufrirse antes de pedir el décimo; si hablamos de resonancias magnéticas, el sentimiento comenzará a partir de ordenar la tercera.

Los médicos somos educados en las limitaciones de los recursos del sistema sanitario: el presupuesto es finito y por tanto debe utilizarse de forma racional. Está bien que sepamos esto. Pero este hecho no implica que no se prescriba la prueba complementaria a quien realmente la necesita.

La prescripción responsable bien entendida significa no solicitar pruebas para aquel que no las necesita; pero eso es algo muy diferente a plantearse la necesidad de un estudio en aquellos en los que está indicado.

Aunque parezca muy obvio, es fácil caer en la trampa del síndrome del quinto TAC y escatimar en lo que es necesario, sobre todo en principiantes como nosotros. Afortunadamente, mis compañeros y yo hemos identificado este sentimiento semiconsciente, y pedimos ese quinto TAC mientras esté indicado, sin pensar en cuántas veces se hemos solicitado ya esa prueba a lo largo del día.

Foto: Un falso TAC de cabeza y cuello.