29 de noviembre de 2009

Albañiles y comunidad


-A ver, Emilio, lo primero decirte que no te estamos riñendo, ¿vale?
-Vale.
-Pero es que la mayoría de los vecinos empezamos a estar preocupados por lo que se está alargando la obra de tu casa.
-Ya.
-Y no sería ningún problema si los albañiles fueran un poco más limpios; pero es que todos los días dejan el descansillo lleno de suciedad y la limpiadora tiene que dedicarle mucho tiempo.
-Bien, hablaré con ellos.
-En la última reunión de comunidad incluso se propuso que, dado que ensucias más que el resto de los vecinos, pagaras un extra en la cuota.
-Pero...
-Y además tus albañiles son muy ruidosos. ¿Sabías que el día del Pilar vinieron a trabajar a las ocho de la mañana y que nos despertaron a todos con sus ruidos. Ese día es festivo y los vecinos queríamos dormir.
-No sabía que iban a venir ese día, no,...
-Y luego está lo de la inundación de tu obra...
-Pero eso no fue culpa mía; fue la vecina de arriba, a la que se le rompió una tubería...
-Puede, pero el agua acabó saliendo por debajo de la puerta de tu casa y eso te acaba señalando a ti; ¿entiendes lo que quiero decir?

Foto: La obra. Cómo van las cosas.

27 de noviembre de 2009

Desde hoy, hemos roto


De nuevo, como otras tantas veces, tuve que hablar con ella a través de mi móvil. Escuché su voz femenina y su correcto castellano, al que no le faltaba ninguna ese, acusándola de que, con toda probabilidad, había nacido de Sierra Morena para arriba.

(...)
-¿Así que quieres dejarlo? -preguntó.
-Sí, quiero dejarlo, sí. Lo siento -respondí.
-Pero, ¿es por algo que te haya pasado?
-No, no me ha pasado nada, no es por eso.
-¿Y no hay nada que pueda hacer para que cambies de idea?
-No, lo lamento, ya he tomado la decisión.
-Entiendo que quieras un iPhone, pero si te quedas en Vodafone, te podemos ofrecer móviles de la misma gama que el iPhone y por cero euros.
-Muchas gracias por la oferta, pero es que quiero un iPhone, y para eso me tengo que cambiar a Movistar obligatoriamente.
-Eso quiere decir que vas a terminar tu contrato, que ha durado más de diez años.
-Eso me temo sí.
-Muchas gracias por tu confianza durante todo este tiempo -terminó y colgó.

Confieso que a lo largo de mi vida he sufrido rupturas sentimentales en las que no me he sentido tan mal como hoy hablando con la señorita de atención al cliente de Vodafone.

23 de noviembre de 2009

No estuve en el Congreso


Cuota de inscripción en el congreso nacional: 270 euros.
Ave Sevilla-Madrid ida y vuelta: 147 euros.
Alojamiento en un hotel cercano al congreso: 450 euros.
Dietas decentes pero no suntuosas: 100 euros aproximadamente.

TOTAL: 967 euros.

Eso es más o menos lo que me habría costado asistir al Congreso Nacional de Otorrinolaringología; es decir, cinco guardias y pico. Me da mucha pena no haber ido; sobre todo porque quería saber cómo era la especialidad en otras partes de España, pero es que me salía bastante caro.

-Ir a congresos ya no es lo que era -me comentó un compañero hace unos días. Antes, no hace mucho años, los laboratorios se peleaban por quién era el que te pagaba el congreso, quién te daba el mejor hotel y quién te llevaba a comer a los mejores restaurantes. No ha cambiado nada la cosa...

Yo no conocí esa realidad, pero si realmente la cosa era así, ha cambiado mucho. Supongo que habrá sido por la aparición de los genéricos y porque, con la informatización de las recetas, al final el sistema sanitario se acaba enterando de todo lo que has prescrito.

De todos modos, hoy no quería crear polémica sobre la industria farmacéutica y sus ofrecimientos, que ya hay blogs que hacen eso de forma más divertida que yo. Hoy simplemente quería contaros que los médicos no viajamos tanto como la gente se cree. Y que, quizás, con el dinero que me he ahorrado me de algún capricho.

Foto: ¿Sería mucho consentirme si el capricho fuera un iPhone?

19 de noviembre de 2009

Gripe A: por qué no me vacuno


Desde principios de esta semana, los profesionales sanitarios ya nos podemos vacunar de la gripe A. En todo este asunto de la gripe, me llama la atención que bastantes profesionales sanitarios no tienen muy claro qué es lo que van a hacer respecto a la dichosa vacuna.

Algunos van a vacunarse, argumentando que trabajan en un lugar de riesgo y que tienen más posibilidades de contagiarse que el resto de la población. También tienen cierto temor a desarrollar la enfermedad con pocos síntomas, de llevársela a su casa sin darse cuenta, de contagiar a sus familiares y de que éstos desarrollen una gripe más grave.

Sin embargo, la mayoría de mis compañeros con los que he hablado del tema han optado por rechazar la vacuna. El miedo a sus posibles efectos secundarios en un futuro y el hecho de que la vacuna lleve escualeno como coadyuvante hacen que no se fíen de ella.

Desde que era estudiante, me he vacunado de la gripe puntualmente en otoño. No lo he estado haciendo por evitar enfermarme, sino por el hecho de que puedo sufrir la gripe de forma subclínica, confundirla con un resfriado gordo y de irla paseando tranquilamente por el hospital, contagiándosela a los enfermos.

A pesar de esto, este año no me voy a vacunar. Podría argumentar a mi favor que los datos actuales parecen indicar que la gripe A se comporta de forma más benigna que las gripes de otros años o que ha sido beneficioso que la gripe A haya desplazado a la gripe estacional, pero eso sería mentir. Si no me vacuno es porque estoy en el grupo de sanitarios con miedo a los efectos secundarios de la vacuna.

Lo más probable es que la vacuna sea segura. Lo más probable es que la gripe A se siga comportando de forma benigna. Pero nadie sabe con seguridad qué es lo que puede pasar mañana, del mismo modo que hace unos meses era difícil adivinar si la gripe A se iba a comportar de forma benigna o agresiva. Por este motivo, no voy a criticar el gasto sanitario que se ha hecho en plena crisis económica y que cada día que pasa parece menos justificable.

Al fin y al cabo, si la pandemia hubiera sido grave, ¿qué tipo de país habríamos sido si no hubiésemos estado a la altura de afrontarla dignamente?

Foto: Nuevo anuncio del Ministerio sobre la vacuna de la gripe A, en una parada de autobús en frente de un hospital.

15 de noviembre de 2009

EBE09


Un año más, he vuelto ir al Evento Blog España y he vuelto a sacar diez conclusiones.

1. Para que no me pasara como el año pasado, para no marginarme y poder integrarme con la gente que se sentaba unas filas por delante de mí, nada más llegar, me abrí una cuenta de Twitter. Ahora ya soy @emilienko y como tal puedo bombardear con mis microposts las pantallas del evento.

2. Al parecer, según una ponente, las redes sociales tipo Tuenti, Facebook, Myspace y todas esas están basadas en la física cuántica. Yo, que me había preguntado en tantas ocasiones para qué serviría eso del bosón de Higgs, ya he encontrado respuesta.

3. Ruth, a quien hace mucho tiempo que no veo, ha estado también en el evento. No sabía que era bloguera. Después de tres días en la misma sala, seguramente a escasos metros, he twitteado con ella, pero sigo sin haberla visto desde hace mucho tiempo.

4. Haciendo memoria, la primera vez que accedí a Internet en casa fue hace 12 años, a través de una cosa que se llamaba Infovía. Bueno, pues al parecer no soy un héroe, sino, según otra ponente, un cavernícola digital.

5. Hay un tipo llamado Netoraton que, no sé por qué, ha comenzado a leer las tonterías que escribo en Twitter. En realidad, no es raro, porque toda la sala está conectada a Twitter. El año que viene, el evento debería llamarse Evento Twitter España.

6. Descubro por casualidad, en la pantalla de mi ordenador, que Marta Imemine está también en el evento. Levanto la cabeza de la pantalla y la veo en la mesa de delante. Eso me pasa por estar todo el tiempo mirando la pantalla.

7. Tener un Macbook, como la mayoría de los asistentes del evento, mola mucho más que tener un iMac, que es lo que tengo yo, porque puedes llevártelo contigo y presumir oficialmente de estar en el club de los manzanas.

8. Mensaje en la pantalla de mi ordenador: "Economía para Dummies" empezará a grabarse en directo en la sala 1 del evento. Y allí que salgo corriendo para conocer a Miguel López, el economista que a través de su podcast me acompaña con sus clases de economía en mi iPod cuando salgo del hospital de vuelta a casa. Yo me lo imaginaba tímido y bajito, pero es grandote y muy desenvuelto. Cuando acaba de grabar el programa, me presento declarándome su fan.

9. ¿Por qué no han venido ninguno de los grandes blogueros médicos? ¿Dónde están Vicente Baos y Rafa Bravo? ¿Y dónde está nuestra querida Dra. Jomeini, el mejor blog médico revelación del año? ¿Estarían de guardia?

10. El año que viene, más.

Foto 1: Flickr de Nonopp.



12 de noviembre de 2009

Qué hacer con los alumnos


Ha llegado el otoño y, como cada año, vuelven a mi servicio los alumnos de Medicina. Como ya os conté el año pasado, me encanta recibir a alumnos en el hospital, aunque alguno de ellos haya sufrido un desafortunado accidente biológico.

En general, las prácticas de Medicina en mi facultad son regulares tirando a muy malas. Cuando era estudiante, no podía comprender los motivos por los que esto era así; sin embargo, ahora, desde el otro lado de la barrera, las cosas se ven diferentes.

Casi siempre, cuando llegan los alumnos, no se te ocurre nada que hacer con ellos; así que se suelen quedar de pie, en una esquina del quirófano o de la consulta hasta que llegan las doce, hora en la que como un reloj, se vuelven a sus clases obligatorias.

Soy consciente de que la situación no es buena, de que las prácticas son poco prácticas, y eso me preocupa. Lo malo es que no se me ocurre nada para arreglar la situación. El otro día, me encontré con Salud en la UCI, que me dió un buen consejo.

-Sí algún día tienes muchos alumnos y no se te ocurre qué hacer con ellos, haz lo siguiente: coge una tablilla de inmovilización de Traumatología del tamaño de un brazo, ponle mucho algodón por encima y fórralo con esparadrapo. Después, con una hoja de bisturí, hazle algunos cortes. Consigue una aguja, un porta y unas pinzas y deja que tus alumnos cosan los cortes como si fueran heridas. Yo lo hago con los míos y les encanta.

Yo he llevado el consejo de Salud un poco más allá. Además de lo de dar puntos, pongo a los alumnos a pautar sueros, a ajustar insulinas y a hacerse un lavado quirúrgico y ponerse guantes sin contaminarse, aunque esto es más bien de Medicina general más que de Otorrinolaringología. A pesar de todo, supongo que no lo deben encontrar muy interesante, porque a las doce de la mañana se siguen volviendo puntualmente a sus clases.

Foto: Una práctica de mi época de estudiante: dejar caer gotas de sangre sobre losetas de barro desde diferentes alturas.

8 de noviembre de 2009

El kilim


Los que me conocen saben que no soy una persona caprichosa. Por eso, algunos de mis compañeros de viaje se sorprendieron de que me hubiese ido de Estambul sin haber caído en la tentación de comprarme algo.

Sin embargo, yo ya llevaba al viaje una idea desde casa: quería traerme un kilim para decorar mi dormitorio. Por eso, esperé pacientemente a que llegara esa visita a la tienda de alfombras en la que tarde o temprano te embaucan durante un viaje organizado a Turquía. Incluso había diseñado una estrategia para seguir en la tienda.

Como en Turquía es costumbre regatear con los turistas, quería fingir no estar interesado en comprar nada, mirar como el que no quiere la cosa los kilims de la tienda, preguntar desinteresadamente cuánto costaban, hacer como que me iba y esperar a que el vendedor viniera detrás de mí a hacerme una oferta mejor. No es que fuera una estrategia brillante, pero mis compañeros de viaje habían conseguido con ella precios más que interesantes.

Lamentablemente, no funcionó.

-Mira, Emilio, aquí venden kilims, ¿tú no tenías muchas ganas llevarte uno a casa?
-Bueno, no sé, muchas ganas no,...
-Sí, sí que las tenías, que nos lo dijiste en Estambul, venga cómprate uno, no seas tan agarrado. ¿Para qué quieres el dinero?
-No sé, es que estos kilims no me gustan mucho,...

Era una mentira; de reojo había visto un kilim que me había encantado.

-Sí, venga, elige uno que sea bonito y cómpratelo; vamos a buscar a un vendedor.

Los vendedores ya se habían dado cuenta hace tiempo de mis intenciones, vinieron varios a mí y mi plan de conseguir un buen precio se frustró completamente.

Foto: El kilim que me gustaba en el suelo de mi dormitorio. ¿Cuánto habríais pagado por él?

4 de noviembre de 2009

El cada día


Hace un mes fui con Javi a una feria de antiguos discos de vinilo. En esta feria, me encontré por casualidad con el disco que incluye la canción con la que me despierto por las mañanas: el "Everyday" de Buddy Holly.

No sabía cómo era la cara de Buddy Holly. En cuanto la vi aquel día por primera vez, me imaginé a este señor cantando todas los días a las siete de la mañana, junto a mi cama, con sus gafas de pasta y su chaqueta de los años cincuenta.

Durante unos días me planteé si quería seguir escuchando lo mismo por las mañanas. A día de hoy, después de todo lo vivido, no sé si quiero cambiar mi canción.