28 de julio de 2009

XXVI


Ayer me preguntó mi madre:

-Emilio, hijo, mañana es tu cumpleaños. ¿Estás satisfecho con la vida que llevas?
-Estoy bastante satisfecho -respondí. No digo que esté satisfecho del todo, porque si lo estuviera, mi vida se convertiría en algo muy superficial.

Foto: El camino del Rocío. Los pinos forman en números romanos los años que cumplo hoy. Hablando de caminos, esta noche ponen Camino en el cine de la Diputación. Quien quiera acompañarme será bienvenido; nos vemos en la puerta a las 21:45. Después, invito a una cerveza.

26 de julio de 2009

Estambul 2009


Desde luego, Estambul no era lo que me esperaba; es mucho más europea de lo que creía.

Estambul no está en medio del desierto, no hay dunas ni palmeras, y los turcos no llevan fez. Estambul está en un sitio paradisiaco, en el que no hace mucho calor y donde la humedad es perfecta. Estambul está llena de árboles, flores y jardines y no es raro encontrar turcos rubios de ojos claros. Me gusta derribar mis propios estereotipos.

Sin embargo, hay un tipo de europeización que no me ha gustado descubrir: a Estambul no le falta su calle comercial, de esas que hay en cualquier ciudad del primer mundo, con sus franquicias de la cadena Zara y su correspondiente tienda Nike.

No sabría decir por qué, pero me ha incomodado que allí pueda comprar las mismas zapatillas de deporte que venden a tres manzanas de mi casa.

22 de julio de 2009

Mis dudas de la Glargina


Cuando ingreso a un paciente de urgencias, normalmente lo dejo en dieta absoluta; esto es, sin comer nada por boca. Esto lo hago porque es posible que, en las próximas horas, este paciente tenga que entrar en quirófano y a los anestesistas no le hace mucha gracia dormir a una persona que tiene el estómago lleno.

Es un poco más difícil cuando el paciente es diabético. Me da mucho miedo no darle de comer a un diabético, porque que se me puede hipoglucemiar antes de una operación. Por eso, normalmente, le pongo sueros con glucosa intravenosos, para evitar la hipoglucemia.

Sin embargo, lo que hago es sustituir un peligro por otro: con los sueros elimino el riesgo de hipoglucemia, pero introduzco el riesgo de hiperglucemia, y no sé cual es peor. En estos casos, no me queda otra que acompañar esos sueros glucosados pinchazos de insulina para evitar subidas de azúcar.

El mundo de las insulinas es complejo y farragoso. Hay muchos tipos de insulina, unas son rápidas y otras lentas; unas tienen más vida media que otras. En medio de mi aprendizaje de insulinización, un día descubrí una insulina especial: la insulina glargina, o "Lantus", que es su nombre comercial.

La insulina glargina es estupenda. Un solo pinchazo al día asegura niveles de glucosa aceptables con un muy bajo riesgo de hipoglucemias. La glargina me facilita el trabajo.

Hace un mes, llegó una noticia que ha caído como una bomba. Se ha anunciado que podría ser que los pacientes tratados con insulina glargina tengan más riesgo de desarrollar cáncer.

No es algo demasiado raro. Al fin y al cabo, la insulina trabaja quitando azúcar de la sangre de un modo muy simple: le dice a las células del cuerpo "¡hay mucha azúcar en sangre! ¡empezad a comérosla ya!". Así las células comen glucosa y crecen. Pero supongo que eso lo harán tanto las células normales como las cancerígenas...

No sé. Desde luego, ahora mismo la Agencia Europea del Medicamento ha dicho que: "la insulina es un tratamiento eficaz y seguro y no existe evidencia de que cause cáncer. Los resultados de los estudios, en caso de confirmarse, sugieren que determinados análogos de la insulina de duración prolongada podrían estimular el desarrollo de un cáncer ya iniciado".

Ahora mi pregunta es: ¿comienzo a prescribir otras insulinas con más riesgos de hipoglucemia o sigo utilizando la glargina, que es más segura a corto plazo pero tiene un dudoso y leve riesgo de cáncer a la larga?

Foto: El páncreas según "érase una vez la vida".

18 de julio de 2009

Passport - Money


Siempre se me olvida algo. La última vez que estuve en Marbella, olvidé el pijama; en Lisboa y en Venecia, el cepillo de dientes; en Roma, la ropa de abrigo. Tengo que asimilar que mañana, a estas horas, cuando esté en Estambul, seguramente echaré algo de menos.

No me preocupa mucho. Petra, una antigua compañera de viaje, me enseñó el binomio mágico para recorrer el mundo: "Passport-Money".

-Si llevas un pasaporte en regla y suficiente dinero encima, nunca tienes problema viajando -decía.

Hasta ahora, siempre he conseguido volver sano y salvo a casa, quizás porque siempre he vigilado mucho en el extranjero tanto mi dinero como mi pasaporte.

Foto: El resto de mi equipaje, supuestamente prescindible según Petra.

16 de julio de 2009

Primer día de vacaciones


Estimado doctor:

Le informamos que sus comunicaciones "Osteoma del aditus mastoideo como hallazgo casual en un paciente con colesteatoma" y "Meningitis por Haemophillus parainfluenzae en contexto de sinusitis etmoidoesfenoidal" han sido aceptadas para ser presentadas en el Congreso Nacional de Otorrinolaringología.

En breve contactaremos de nuevo con usted para confirmarle el día en el que tendrá que acudir a Madrid para defender su comunicación.

Atentamente.

-Bueno -pensé- ya tengo algo a lo que dedicar mis vacaciones... ...a estudiar para no hacer mucho el ridículo en ese congreso.

13 de julio de 2009

Wash away


Llamo a Manu ayer a las 21:05.

-Hola Manu.
-Hola.
-¿Cómo estás? ¿Qué tal tu noche de ayer?
-Bien ¿y la tuya que tal?
-Bien...
-¿Sólo bien? ¿No me cuentas nada más?
-No... bueno en realidad no hay mucho que contar...
-¿No?
-No. Desde anoche ya se ha acabado todo.
-Ah, vaya, lo siento.
-Sí... bueno, yo te llamaba por si te apetecía quedar esta noche para tomar una cerveza.
-Ay, es que ya he quedado.
-Ah, bueno, pues no pasa nada, ya nos tomamos la cerveza otro día.
-Pero, ¿estás bien?
-Sí, sí,... hombre, tampoco es que esté dando saltos de alegría, pero no estoy demasiado mal.
-Es que me sabe mal dejarte así...
-No te preocupes, ya quedamos otro día la semana que viene, que tengamos más tiempo.
-Bueno, hasta luego.
-Adios, un abrazo.

Me llama Manu a las 21:10.

-Voy para tu casa. Llevo la moto y dos cascos. Vístete que nos vamos a tomar una cerveza al centro.

Manu vino a mi casa con la moto y dos cascos. Compramos pescaíto y cervezas y nos lo comimos literalmente tirados en la calle, en las escaleras del Archivo de Indias que dan a la Catedral, viendo a los guiris pasar. Fue una noche deliciosa, de esas noches de verano en las que sopla aire fresquito. Para recordarla, hice esta foto de recuerdo.


9 de julio de 2009

En España


Trabajar de médico es complejo. Cuando digo que es complejo, no me refiero a que sea difícil, porque la mayoría de los pacientes son fáciles de orientar. Cuando digo que es complejo me refiero a que es habitual a que pensemos a la vez en muchos factores que influyen en nuestra decisión final: edad del paciente, estado general, enfermedades previas y concomitantes, situación social, estado de ánimo.

Escribo esto porque, como a Gloria y a mí nos fue tan bien en nuestro viaje-escapada de Navidad, decidimos irnos juntos de vacaciones este verano. Elegimos como destino Turquía y el viaje parecía tan agradable que pronto muchos de nuestros amigos decidieron apuntarse, así que me puse a organizar un viaje para ocho personas.

La experiencia me ha dicho que organizar un viaje pensando como médico no es posible. No es posible contentar a todo el mundo que quiere venir: "yo tengo vacaciones hasta tal día"; "yo tal otro día tengo que haber vuelto porque tengo una guardia inamovible"; "yo no me muevo por Turquía sin un guía"; "yo quiero visitar el Pamukkale como sea", "yo quiero pasar más tiempo en Estambul", "yo creo que el viaje es caro", "yo creo que el viaje es demasiado barato y eso es por algo", "yo no tengo pasaporte",...

No, no es posible organizar un viaje pensando como médico. No se pueden tener tantas variables en la cabeza. Menos mal que llamé a un buen amigo, que es ingeniero de organización, y en una mañana organizó todo el viaje. Reconozco que aunque ha sido una pesadilla intentar organizarlo, estoy deseando ir con mis siete compañeros a Turquía.

Foto: Gloria otea el océano desde una maqueta de la Torre de Belém (Turquía está hacia el otro lado).


5 de julio de 2009

El otorrino infantil


Fue una fiesta del servicio muy agradable y muy bonita. En ella celebramos que mi compeñero de promoción y yo ya habíamos superado el primer año de residencia.

Yo ahora tengo que dejar la planta de adultos e irme al Hospital Infantil, a aprender a ver los oídos de los niños y a operar amígdalas y vegetaciones. Sin embargo, hay algo que no sabía y que me ha cogido completamente por sorpresa: un niño no se deja ver ni los oídos ni la garganta con la misma facilidad de un adulto. No quieren abrir la boca, gritan, lloran, no se están quietos. Necesito mucho temple para no perder la paciencia con ellos.

Foto: Mi compañero de promoción y yo con una fuente de natillas de chocolate que preparé. Sobre ella se lee, escrito con galletas: O.R.L. 2008-09. A pesar del buen aspecto, me quedaron bastante secas.

Vídeo: Shin Chan va al otorrino. Entre los asesores del capítulo, hubo un otorrino infantil; estoy seguro.