No es raro que los pacientes tengan dolor en los postoperatorios de Otorrinolaringología.
Tampoco es raro que, después de haberles dado analgesia, a algunos les siga doliendo.
Cuando esto ocurre, médicos, enfermeros, auxiliares y celadores nos esforzamos en hacer todo lo posible para resolver el dolor del paciente.
Pero a menudo ocurre que, es cuando se le explica al paciente todo lo que se le está haciendo para calmar su dolor, empieza a notar mejoría. Se le pregunta al paciente si desea morfina y dice que no. Y el dolor desaparece.
¿Alguien sabe explicarme por qué ocurre esto?
31 de julio de 2010
Pequeño enigma analgésico
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Primera frase que le dicen a un residente de familia en los cursos de paliativos y control del dolor: "El dolor propio siempre es insufrible y el ajeno, siempre exagerado".
Ese es el primer error. Habla con algún resi de familia a ver si te dejan ir a algún curso de control del dolor. Nunca viene mal.
La segunda frase que le dicen a un residente de familia en los cursos de paliativos y control del dolor: "El dolor como todo síntoma es un fenómeno multifactorial, biológico, psicológico y social".
Una historia de mi rotación por paliativos:
Antonio, 40 años, cáncer de colon en fase paliativa en domicilio. Buen control de síntomas (dolor y naúsea principalmente) con morfina oral y haloperidol desde hace semanas.
Tiene cita con su oncólogo, programada desde hace 3 meses. Tenía una buena relación con el oncólogo, a los casos de cáncer de colon en pacientes jóvenes siempre se les presta gran interés en los servicios de oncología. Incluso participó en un ensayo clínico de un tratamiento experimental, sin éxito. Desde que le habían dado "el alta" en oncología y derivado a los equipos de paliativos no había vuelto a tener una cita en oncología.
Cuando acude le atiende un residente. Su oncólogo está en un congreso.
A partir de entonces fue prácticamente imposible controlar los síntomas de Antonio. Murio unas semanas después, en su casa acompañado de su pareja y sus padres.
Pues eso. El dolor que menos duele es el de los demás. La morfina (y derivados) es más segura que la aspirina, y en España se usa poco y mal. Es más lo que no sabemos que lo que sabemos. Y los oncólogos somos como somos (muy humanos, para lo bueno y para lo malo).
El asunto es que la gente no oncológica a la que le dices que le vas a poner morfina piensa que es para moribundos, igual es lo que le pasó al paciente...
Vaya mundo más complicado... una vez un profesor nos contó que un estudio demostró que la morfina enviada por correo era mucho menos efectiva que la administrada por personal sanitario a domicilio :O
El dolor tiene una importante base psicológica, pero para algo están las escalas de medición del dolor. Si un paciente dice que tiene un EVA de 7, aunque tú le veas tan pichi, habrá que creerle. Objetivamente, hay datos: tensión arterial elevada (sobre todo, sistólica), frecuencia cardiaca mayor de lo habitual, aumento de la frecuencia respiratoria...Y si le hace falta morfina, pues morfina.
Por cierto, bienvenido a mi mundo ;-D.
@Dr. Bonis
No lo acabo de entender muy bien. ¿Por qué crees que el dolor de Antonio dejó de estar controlado? ¿Cambio de médico? ¿Cambios de medicación? ¿Casualidad?
@Ramón
Sí, desde hace tiempo me doy cuenta de que los oncólogos son tipos geniales. Me alucina la visión positiva que tienen en la vida.
@Bellatrix
Toda la razón del mundo. Si a mí me pusieran morfina como paciente, me preocuparía mucho.
@Ulukai
Te propongo un pequeño juego. Me resulta muy curioso cómo rodear de un halo de misterio la analgesia contribuye a potenciar su efectividad. Por ejemplo, si uno dice "le voy a poner un parecetamol IV para que le deje de doler", el paciente piensa que el paracetamol no le va a hacer nada. Pero si uno lo que dice es "le voy a poner algo IV para el dolor que va a usted a ver cómo le alivia" y uno va y le pone paracetamol, éste es mucho más efectivo.
@DraJomeini
Pese a las EVAs, el dolor es difícilmente objetivable. Cuando me duele una muela, no tiene nada que ver con cuando me duele la espalda, o el estómago. Todas son sensaciones desagradables, pero difícilmente plasmables en una línea que va del cero al diez.