El otro día me sorprendí a mismo cuando descubrí que, durante toda una guardia, había estado escribiendo con un bolígrafo con publicidad de un medicamento y que ni siquiera me había dado cuenta.
Cada día que pasa me resulta más difícil resistirme a los representantes. Es difícil rechazarles cuando te quieren invitar a comer o te quieren pagar un congreso: soy humano y a nadie le amarga un dulce. Un congreso suele costar unos mil euros que tengo que pagar del bolsillo. Jamás había imaginado que mantener la coherencia con mis ideas acerca de las farmacéuticas me iba a resultar tan caro. Por ahora estoy consiguiendo mantenerme en mis trece de no aceptar cosas de los laboratorios y eso también incluye no acudir a comidas en restaurantes en los que, por su precio, nunca se me habría ocurrido entrar.
En otro orden de cosas, ayer por la tarde, me di cuenta de que tenía dos tartas diferentes en mi frigorífico, que habían cocinado dos pacientes agradecidas que querían tener un detalle conmigo. Una era un bizcocho de manzana; la otra, una tarta de queso. Estaban muy buenas.
Entonces me di cuenta de que esas tartas me sabrían siempre mejor que los sofisticados postres de un restaurante caro, porque son el resultado de un esfuerzo personal y que quizás no lo estuviera haciendo tan mal después de todo.
Foto: Las dos tartas.
19 de abril de 2010
Representante de laboratorio (3)
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¡Anda! Los pacientes agradecidos te hacen tartas... Yo no sé si serán sólo los tuyos, pero partiendo de la hipótesis de que puede que ese comportamiento sea universal, me planteo para un futuro: ¿Trabajar bien y engordar o velar por mi IMC y pasar de los pacientes? Curioso dilema azucarado... XD
Yo lo veo eso un poco exagerado... Una cosa es no venderse y otra cosa es usar un boli de un laborata xD
En la moderación está la virtud.
Si tú no te vendes... no creo que influya el uso de un bolígrafo...
Y vamos si crees que el aumentar tus conocimientos con un congreso interesante redundaría en un beneficio para tus pacientes y el SAS no lo paga...
No sería yo el que criticaría que buscaras financiación alternativa.
Ay, la coherencia, cuánto daño nos hace a algunos!! :P
Pero di que sí, mucho mejor esas tartas que cuatro pijadas mal cocinadas.
Besos!!
Aunque no comparto tu postura del todo (que te paguen los cursos no está tan mal, o no lo veo así) [otra cosa es que te condicione a recetar más ciertas cosas, que es lo que NO debería ser así] sólo puedo felicitarte por tu coherencia absoluta, que no es tan sencilla de ver
Por cierto, qué envidia tengo de las tartas! A mí no me traen nada y eso que intento ser buenina snif :'(
Creo que es inevitable "entrar al trapo" de vez en cuando, yo tengo claro que, por ejemplo una super-cena en un restaurante de lujo pues como que no, pero si me financian congresos y demás programas de formación continuada, podríamos hablarlo ;)
Pues yo creo que "la mujer del César no sólo tiene que ser honesta sino también parecerlo".
¿Dónde ponemos el límite de lo que se puede aceptar sin que sea cohecho, soborno o unto o como quieras llamarlo?.
¿Por qué no aceptar una cena de lujo y sí un congreso? ¿porque te gusta más una cosa que otra? ¿y una super cámara de fotos se puede aceptar?. Todo es justificable, si uno quiere justificarlo. Es importante que los pacientes creamos que sóis honestos y que no nos medicáis para pagar favores.
Y la única manera de verlo es que no coléis a los visitadores farmacéuticos en la consulta delante de nosotros, que no os veamos rodeados de propaganda farmaceútica en bolis, fonendos, blocks de notas, maletines,..., y que nos inspiréis confianza. Me remito a la frase de la mujer del César.
Emilio, lo mejor que te puede pasar es tener conciencia.
Carmen
Dios, yo quiero también pacientes que me hagan tartas...¡Qué pinta!
ey! que actualización tan bonita :)
Lo de los laboratorios con las cenas y tal es como cuando te ibas a la discoteca y el buitrón de turno te invitaba a copas. Me podía invitar a todas las copas que quisiera, pero eso no iba a significar que después fuese a obtener algo más de mi.
He asistido a cenas y cursos de varios laboratorios durante el tiempo que he estado trabajando. Y te puedo asegurar, que con dolor de mi corazón por el pobre representante no he recetado el medicamento que me presentaba, porque me parecía una desfachatez para con el paciente: primero porque no era de primera elección para su dolencia y segundo por el precio -aun siendo de elección- teniendo genéricos y marcas más baratas.
Seguramente habrá mucha gente que no lo vea así, pero no me siento en absoluto coaccionada a recetar una formulación determinada sólo porque me inviten a cenar; del mismo modo que no me sentía coaccionada en la discoteca a "vender" mi cuerpo a quien me invitase a una copa o un chupito.
Sólo era un pretexto para pasar un buen rato con mis amig@s/compañer@s.