La cabalgata de reyes del Ateneo de Sevilla no es gran cosa, pero yo me lo paso muy bien y les grito a los niños de las carrozas hasta perder la voz. Este año, José Carlos se ha ofrecido a izarme a hombros cada vez que pasa uno de los Reyes Magos, de forma de que a cada uno de ellos pude pedirles lo que quería que me trajesen desde tres metros de altura: a Melchor, un disco duro externo; a Gaspar, ligar más y a Baltasar un curso de fresado de hueso temporal.
Cuando sólo han pasado la mitad de las carrozas, estoy tan excitado que se me pone la tensión por las nubes y me da dolor de cabeza. Cuando veo a lo lejos que la carroza número 28 está dedicada a la Guerra de las Galaxias y que está presidida por una princesa Leia, me vuelvo a emocionar.
Es una princesa Leia graciosísima. Cumplió los 20 años hace ya muchas Navidades, tiene una cara muy sevillana y lo único que la caracteriza es la túnica blanca de episodio IV y el haberse recogido el pelo en forma de dos ensaimadas a cada lado de la cabeza.
-¡Leia! ¡Leia! ¡Aquí! ¡Aquí! ¡Leia, te adoro! ¡Leia, quiero ser tu Han Solo! ¡Leia, yo a ti iría a buscarte a la Estrella de la Muerte!
Leia me mira, se ríe y me tira caramelos para que me calle. Acaba de pasar la cabalgata, repongo fuerzas con un chocolate con churros y voy a verla por segunda vez; esta vez en la calle Tetuán. Allí vuelve a estar Leia y yo vuelvo a gritarle, aunque está aún a más de veinte metros.
-¡Leia! ¡Leia!
Estoy gritando tanto que se me queda mirando de forma un poco incrédula para comprobar si soy el mismo loco que vio en María Auxiliadora. Lo soy.
-¡Se acuerda de mí! ¡Se acuerda de mí! ¡Leia! ¡Princesa! Qué digo princesa, ¡reina! ¡Reina de Alderaan!
Leia organiza a los niños de la carroza para que todos a la vez me tiren caramelos, no sé si como premio o como castigo. Acaba de nuevo la cabalgata y tras una tapa rápida, voy a encontrarme por tercera vez con la cabalgata a Pagés del Corro. Esta vez, no la veo de principio a fin, voy a buscar directamente a la princesa.
-¡Leia! ¡Leia!
Leia para la carroza, los niños me dan tantos caramelos que no me caben en los bolsillos, Leia posa para mi cámara de fotos y una vez que ha terminado, me da la mano y más caramelos todavía.
-¡Leia! ¡Muchas gracias! ¡Te veré el año que viene! -me despido de ella, que me envía besos. Por un momento me sentí Luke Skywalker.
Leia debió pensar que estaba loco. Sin embargo, lo que la princesa Leia nunca sabrá es que yo, en mi vida habitual, no soy así. Yo soy un médico serio, a veces hastiado de dar malas noticias a diario. Muchas veces, creyendo que todo el mundo está enfermo, me alegra salir a la calle y ver toda la gente que pasea sin que le pase nada.
El día de la cabalgata de Reyes puedo volver a ser un niño durante unas horas y olvidar durante unos momentos toda la desgracia humana que veo a diario.
Foto: La carroza de Leia.
6 de enero de 2010
Lo que nunca sabrá la princesa Leia
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Pero haber esperado a que terminara y ir con ella de tapeo :P
Apostaría algo a que la srta. no sabe lo que es Alderaan...
Y yo te vi en medio de tu búsqueda de Leia xD
Qué bonito es ser niño de vez en cuando ^^
Estás colgao... :D
Oye, ¿te vas a venir de apoyo moral el 23 de Enero por la noche?
Un abrazo y espero que los reyes se lo hayan pasado muy bien :D
Emilio, me encanta tu blog. La verdad es que me divierte leer lo que escribes y a demás, este año, por terecera vez me he perdido la cabalgata. Los dos años anteriores por trabajo y este porque ayer a las 6 de la tarde mi hermana me hizo tía de dos bebés preciosos. Me hubiera encantado verte en estado de euforia ante la princesa Leia. Y ya me contarás qué es el curso ese de fresado de hueso temporal. Besitos guapo.
Pides a los reyes ligar más y no le pediste a Leia su número de teléfono???!
A Dios rogando y con el mazo dando Emilienko!!
Jajaja qué bonito es sentirse como un niño a veces :)
"(...)lo que la princesa Leia nunca sabrá es que yo, en mi vida habitual, no soy así. Yo soy un médico serio, a veces hastiado de dar malas noticias a diario. Muchas veces, creyendo que todo el mundo está enfermo, me alegra salir a la calle y ver toda la gente que pasea sin que le pase nada."
Qué bonito, Emilio, gritarle a una princesa de otro planeta hasta quedar afónico. Ser un niño a veces.
¿Ves? Por cosas como ésta enamoras. ¿En serio te hace falta ligar más?
Jope, qué guay son las cabalgatas!