6 de junio de 2009

La vida de Jane


Jane se mudó a su nueva casa con Jack, su prometido.

Las cosas en el trabajo no le iban demasiado bien, así que el dulce carácter de Jane, con el paso del tiempo, se fue agriando. Discutía a menudo con Jack hasta que un día, en medio de una discusión, ocurrió la tragedia: Jane empujó a Jack sobre un fogón encendido, Jack salió ardiendo y murió. Jane, sin demasiada pena, enterró a su prometido en el jardín y vendió sus pertenencias.

Vivir sola mejoró su mal humor crónico. Comenzó a salir con José Buenavida, un solterón de treinta y largos años con aspiraciones políticas que hacía sus pinitos como diputado de izquierdas en el ayuntamiento de la ciudad. En el momento en el que José fue propuesto como candidato a alcalde, Jane no lo dudó: se casó con él y se fue a vivir a su casa.

José vivía con sus dos hermanos: Ana y Humberto, que nunca vieron con buenos ojos a Jane. Jane, que se había percatado de la desconfianza de los dos hermanos, no dudó en aflojar los tornillos de la máquina de pectorales de Humberto, que murió en su siguiente sesión de gimnasia cuando se le cayeron encima del pecho las pesas que había levantado durante tantas sesiones de culturismo.

Había algo que a Jane se le daba especialmente bien, y esto era pasar desapercibida en las muertes sospechosas de homicidio.

Con el paso del tiempo, José ganó inesperadamente las elecciones para la alcaldía; Jane ganó inesperadamente un estatus social con el que nunca había soñado. Como alcaldesa consorte, ahora asistía casi a diario a suntuosas fiestas en las casas más lujosas de la localidad.

Un martes a mediodía, mientras asistía a un picnic informal en el chalet de Santiago Truhán, el principal magnate de la región que había adquirido su fortuna a través de negocios de legalidad dudosa, se llevó una inesperada sorpresa. Mientras ella entraba en la cocina de camino al baño, sorpendió a Santiago Truhán besando apasionadamente a su marido contra la encimera de mármol de carrara, mientras que José acariciaba las posaderas de Santiago sin ningún tipo de pudor.

A estas alturas de su vida, no había nada que pudiera sorprender a Jane. Interiormente, Jane se alegró de descubrir la infidelidad homosexual de su marido, porque al día siguiente, le pidió el divorcio acompañado de una suculenta pensión.

Si todo esto me sucedió en los Sims 1, no puedo imaginar las sorpresas que me esperan cuando comience a jugar a los Sims 3.

Foto: Caricatura de Lynette Scabo, protagonista de mujeres desesperadas. Guarda bastante parecido físico con Jane.

6 firmas. Añade tú la tuya:

Elouan dijo...

Wow, vaya historia. ¿Por qué no me sorprendió que se tratara del Sims? ¿Cómo es que no jugaste nunca al sims 2?

PD: Yo también hago intrigas palaciegas llenas de homicidios, infidelidades y ascensiones sociales.

Frank Lhermitte dijo...

Estoy más que seguro de lo bien que te lo vas a pasar con los nuevos Sims 3. Aunque no existan mejoras extraordinarias respecto a lo ya visto en Los Sims 2, las posibilidades de acción y el poder pasearte o moverte por la ciudad incrementa las opciones de juego. También han disminuido los dichosos tiempos de carga y aumentado las posibilidades de personalización ^^

Lo peor: el sistema de micropagos para descargarse cosas de Internet. Bueno, al menos así no tienes que comprarte las expansiones completas :)

PD: ¿Te has pasado ya por el nuevo blog de Gofio cocido? http://pelladegofio.blogspot.com/

angela dijo...

jarL!
pensaba al principio que era algo de mujers deseperadas, despues me pareció uno de esos anuncios de supersol
finalmente decidí que estabas loco y al final veo que es un videojuego!!
qué de sorpresas oh-my-god!

Dafne Laurel dijo...

xDDDDD jajajaja, que culebrónico!! me ha encantado!! xD

Fer dijo...

Habrá cositas pequeñas que no podráis hacer con el juego en sí, ¿no?
Debería reengancharme a los Sims :D

Semiotica dijo...

No te imaginas lo que me he reído al leer el final del texto. ¡Gracias!

Un beso.