13 de agosto de 2008

Como Carrie


Hoy me he vuelto a salpicar. A primera hora de la mañana, me ha caído en la cara la sangre de un paciente; a última hora, me he manchado con una mezcla de saliva, moco y jugo gástrico de otro.

En esos momentos, inevitablemente me planteo si merece la pena ser otorrino; si no debería dar marcha atrás y dedicarme a cualquier otra especialidad menos guarra.

Mientras iba pensando en eso y caminaba por el famoso pasillo del hospital del que en ocasiones he escrito, sucedió lo que llevaba tanto tiempo esperando: esa sonrisa bobalicona apareció otra vez en mi cara.

Foto: Caricatura mía hecha hace más de dos años basada en los personajes de South Park. El artista vaticinó que mi destino era ser duchado periódicamente con sangre.

3 firmas. Añade tú la tuya:

Anónimo dijo...

Que vivan las sonrisas bobaliconas!


¿Sabes? Me importa menos mancharme de sangre que de mocos... No te digo las porquerías que veo nadando por la piscina, hoy me han dado hasta arcaditas.

Muy chula la caricatura. (Aunque ese tipo de cuchillo sólo lo utilizan los forenses...)

Besos*

Dafne Laurel dijo...

Bueno, al hacerte médico ya sabías que las manchas de sangre eran inherentes al oficio.

Haberte hecho psiquiatra, aunque así tal vez te mancharías de lágrimas y mocos de algún paciente llorica.

Giz dijo...

solo dire... USH