9 de octubre de 2010

Haber elegido muerte


A veces, se muere un paciente joven. Entonces, como inconsciente mecanismo de defensa, uno mira su edad en la historia clínica y se sorprende de que sólo tenga un par de años más que él, o incluso un par de años menos. Y uno no puede evitar sentirse identificado.

A veces, se muere un médico tras una larga y discapacitante enfermedad, que tanto él como sus asistentes saben cómo le va a ir degenerando y qué pronóstico le depara. Y uno no puede evitar pensar en cómo reaccionaría si ese médico fuera él.

Y a veces, el que se muere es un médico joven. En esos casos, la sensación de amargura e impotencia es tal, que resulta imposible describirla con palabras. Y uno no puede evitar estremecerse cuando un robot idiota de Facebook le invita cada dos por tres a "retomar el contacto" con ése médico que ya no está entre nosotros.

Todos hemos sufrido miedo a la muerte en alguna ocasión, pero para algunos es más sencillo olvidarlo que para otros. Los sanitarios, al ver la muerte cada día delante de nuestras propias narices, no estamos entre los grupos con más facilidades.

Cuando salgo al centro y veo a ciudadanos sanos paseando felices y comprando en tiendas, pienso que los moribundos son pocos y que, por cuestión de probabilidad, seguramente yo me mantendré en el grupo mayoritario. Pero en ocasiones me planteo si los que salen a la calle son en realidad una población muy sesgada y que muchos son los enfermos que están encerrados en sus casas.

Entonces me entran unas ganas terribles de disfrutar el momento, dada la incertidumbre de cualquier instante futuro. Haciendo la compra, siento ganas de basar la propia dieta en pizzas y helados, amparándome en el pensamiento de que quizás mañana ya sea muy tarde para comerlos. El mismo razonamiento se aplica a la hora de comprar ropa, cuando la impulsividad me supone gastos que sin duda deberían haber sido más meditados.

Quizás haya más ejemplos en los que yo y otros caemos en el placer material para vencer el miedo a la muerte; afortunadamente, en mi caso, no implican conductas de demasiado riesgo. No he experimentado nunca con drogas duras, ni he tenido relaciones sexuales indiscriminadas, ni he dedicado tanto tiempo al placer como para que acabe afectando a mi vida profesional. Aunque, habiendo comentado estas tentaciones con algunos colegas, alguna vez todos nos las hemos planteado. Somos humanos.

Siempre pensé que estos miedos eran una actitud egoísta, fruto de pensar demasiado en uno mismo y que quizás se resolvieran dedicando nuestra atención a las personas que queremos. Rocío, sin embargo, me dijo que también hay que tener cuidado con esa actitud, pues los mismos temores sobre la muerte que uno alberga sobre sí mismo puede proyectarlos hacia su familia y amigos, sintiendo una sensación de desesperanza total, en la que parece que ni el edredón lo abraza a uno cuando se mete en la cama por las noches.

Después de haber escrito este texto, estoy sonriendo aliviado. Este pensamiento llevaba tiempo rondándome por la cabeza y no había sido capaz de estructurarlo; ahora parece haber ocupado su sitio. Sigo sin tener muy claro cómo luchar ante mi realidad cotidiana llena de muerte, sufrimiento y enfermedad, pero cuando ahora pienso en ese chiste tan absurdo de Manu, que nunca me hizo demasiada gracia, parece que su significado ha cambiado. Ya no es una historia de humor del absurdo, sino que parece que encierra dentro la más pura filosofía de la importancia de disfrutar de la vida. Sí, sabéis qué chiste es. Es muy conocido. Es ése de que van dos por la calle y uno le dice al otro:

-Elige, elige, ¿susto o muerte?
-Ehhh… ehhh… ¡susto!
-¡¡¡BUH!!!
-¡Ay! ¡Qué susto!
-¡Ah! ¡Pues haber elegido muerte!

Foto: Rocío y yo hablando de este tema hace unas noches. Compramos la cara pero deliciosa empanada del Horno de San Buenaventura, un par de cervezas del Salvador y nos las tomamos en uno de los modernos bancos de la Plaza del Pan. Ya sabemos que está prohibido comer ahí, pero esperamos que el Alcalde nos conceda una licencia para infringir esa ley, debido a lo trascendental de los temas que allí tratamos y en nuestro intento de disfrutar cada momento de la vida como si fuera el último.

28 firmas. Añade tú la tuya:

Atención Primaria Vigo dijo...

No consigo ver qué problema tienes tú con las relaciones sexuales indiscriminadas jajajajajajaja.

Y la verdad es que sí. El año que estuve de erasmus se murió una estudiante de 5º de medicina de Zaragoza, de leucemia. No se me olvidarán los síntomas probablemente en la vida... y sí, piensas en esa chavalilla de 23 años y dices, joer, es todo una lotería, pero a ver, tampoco uno puede estar pensando en estas cosas.

@anler7 dijo...

Buen post!

@javidoc1 dijo...

animo Emilio debe ser muy duro lo q cuentas

Marisa dijo...

Tienes razón, Emilio. Hay que aprovechar cada momento de nuestra vida!

Fran dijo...

Cada vez me gustan más tus reflexiones. Sabes estructurar y poner palabras a los sentimientos que tenemos muchos...

Jorge C dijo...

Me quedo asombrado y reflexiono despues de la lectura... y me pregunto si no es solo miedo a la muerte lo que algunos tenemos sino miedo a la vida...Siempre decimos que vivimos, que sacamos el jugo a cada experiencia pero en el fondo el ego...ismo que no aplcamos hacia nosotros llevando como fruto el volcarnos en las personas queridas de nuestro entorno mas inmediato, no es mas que un paralelismo subjetivo del miedo a ser nosotros mismos y vivir de la manera que aun no somos ni capaces de pensar, ya sea por la educacion recibida, por nuestros codigos morales o eticos, o por las influencias recibidas (que en el fondo todo viene a ser lo mismo)....Me pregunto...y encuentro respuestas, tu me has dado unas cuantas....;)

josemanuelerre dijo...

Me he sentido totalmente identificado con esto que has escrito. Es algo que me ronda la cabeza constantemente.
Saludos!

Ertrael dijo...

Emilio, me ha encantado, sinceramente... me he quedado casi sin palabras (yo, que le hablo a las piedras del camino). Voy a crearte un enlace en mi blog, porque esto merece muy mucho la pena.
Un beso.

Martuka dijo...

Hola, me ha gustado tu post, pero no hay que ser sanitario para tener miedo a la muerte o a la vida o a las dos cosas, en la familias normales también se ven todas esas cosas, pues los que se mueren tienen siempre a alguien cuidando de ellos, una familia, unos amigos... Mis padres se murieron jóvenes y mi hermano con 28 años, pienso que puedo ser la próxima? que va a ser este año para que seamos 2007, 08 y 09 y así completar el círculo? pues a veces si lo pienso y otras no, creo que no hay que luchar por vivir ni por no morirse, simplenete hay que vivir, tratar de ser feliz y no pensar en nada más, desterrar esos pensamientos y creer que eso nunca te puede pasar a ti.
Lo siento.

Dafne Laurel dijo...

Siendo médico es inevitable pensar en la muerte porque la teneis delante todos los días. Pero siendo médico también teneis delante la vida (aunque suene cursi) y aunque la muerte sea inevitable, sin vosotros sería mucho más frecuente. Es la mayoría la que sale de compras, la que está sana.

Y la vida hay que disfrutarla al máximo, no bases tu dieta en pizzas y helados, pero no te prives de ellos!! :D

Marta dijo...

creo que, con todo lo duro que debe ser, hay que mirar esas verdades como una especie de "regalo", poder ser conscientes de que la vida es frágil cuando aún nos queda vida para sacar lo mejor de ella

sabiendo claro, que una muerte siempre será dura, pero por eso estamos en el barco de la medicina no¿? para evitarlo en la medida que esté en nuestras manos :)

un besito grande, me ha gustado mucho el post

dv dijo...

Me ha encantado tu post. Mi habitación en casa de mis padres da al cementerio y eso siempre me ha hecho tener la muerte muy presente, quizá por eso mi vida es más activa y alocada que la de la mayor parte de la gente que conozco... pero tengo muy claro que hay que aprovechar, que en cuanto te descuidas se te ha pasado el tiempo.

Para lo del robot estúpido de facebook, te dejo este enlace:

http://alt1040.com/2009/10/facebook-toma-accion-ante-perfiles-de-personas-fallecidas

un beso

dav

Yass Fuentes dijo...

Me ha gustado mucho tu reflexión. Muy acertada.

Habrá que ver qué más tienes.

Un saludo :)

JFlores dijo...

haces muy poco a favor de la mala prensa de las relaciones sexuales indiscriminadas...
por otro lado, es posible que tus reflexiones también se las plantee la gente con profesiones en otros ámbitos, these are hard times...

Andoni Carrión dijo...

magnifico post!!
Ves como sabes hablar de mas cosas y no solo de ORL!
Nos vemos en Abla.

Anónimo dijo...

Bien, estás pensando en la propia muerte, y eso siempre es acojonante. Especialmente, si viene avisando, y cogiéndote poco a poco.

Pero, y si mueren quienes más quieres?. Sería aún peor. Si mueren quienes más quieres, con quienes has compartido, en muchas ocasiones, toda tu vida, se muere una gran parte de ti, que sabes que nunca recuperarás. Se muere tu consuelo, tu sabiduría, tu conciencia, y tu esperanza. Se muere tu infancia, se muere tu chispa, y tu sonrisa.

Aceptamos que la gente mayor ha de morirse. Sin embargo, es en muchos casos la gente mayor la que más vale. Porqué han de irse ellos antes? Porqué la "ley de vida" es tan injusta?

Cuándo se muere un bebé de 1 mes, pensamos que no se ha enterado. Lo sentimos por los padres, pero no tanto por el bebé. Pero cuándo se muere un joven de 25, pensamos que tenía la vida por delante. Cuándo se muere alguien de 105, pensamos en lo que habrá vivido. Estas formas de pensar, no tienen sentido.

Yo, personalmente, quisiera no ver eso. Quisiera irme yo antes. Eso sí, como soy cobarde, pediría que llegara rápido y sin aviso. Sin tiempo para pensar. Por atrás, y sin hacer ruido.

Y eso significa también que soy egoísta: prefiero dañar a que me dañen. Incluso, a quién más quiero.

La muerte nos pone dónde estamos. A mí, en el lugar más bajo.

Y mientras llega, qué hacer? Vivir? Disfrutar? Para qué? Acaso un hedonismo genial nos hará más felices en nuestras últimas horas? O hará que echemos más de menos la vida?

No puedo comer todo el chocolate del mundo. No puedo tener sexo con todas las mujeres que me atraen. No puedo aprender todo lo que quisiera. No puedo ganar todas las competiciones que me interesan. No puedo pilotar todo lo quisiera. No puedo conocer todos los lugares. De qué sirve intentarlo? Acaso me sentiría más lleno?

Nacemos con una condena, que aún nadie ha sabido vencer.

Yo digo: luchemos. Venzámosla. Quizá no seré yo. Pero alguien, en algún momento, lo conseguirá. Ese día, lo que quede de mí estará contento.

Diario de una mamá pediatra dijo...

Interesante reflexión. Ciertamente yo también me planteo estas cosas de vez en cuando, muchas veces cuando ocurre algún hecho como los que explicas. Además por el contacto con el sufrimiento y la muerte de niños por enfermedades o accidentes, muchas veces tengo pensamientos en relación con mis hijas que dan vértigo. Incluso cuando pienso en la posibilidad de mi propia muerte, mis pensamientos son hacia ellas mucho más que hacia mí misma o el resto de mi familia.
Muy buen post!
Un saludo

Juana dijo...

Cuando era pequeña me preguntaba ¿qué será la muerte? y me daba miedo, como soy muy curiosa he buscado, los que más saben de la muerte son los budistas tibetanos y los chamanes, aprendí mucho .... ahora sigo sin saber que es la muerte, pero le tengo un miedo "relativo". Se que la Vida es fascinante, el mejor regalo jamás inventado e intento disfrutar de cada instante, sea este bueno o malo, no siempre lo consigo.

Cada vez me gusta más tu blog.

Ramon B dijo...

Esta vida es una barca. Decía calderón de la mierda. Bromas aparte, es cierto que vivimos de espaldas a la realidad de que todos somos mortales. Y en nuestro trabajo es fácil que nos confronten con eso que tenemos escondido. Afrontarlo nos puede hacer mejores en la vida. Luego, se muere como se ha vivido.
Un abrazo
Ramón

Anónimo dijo...

El temor a morir es como cualquier otro temor y el remedio es el mismo. Hay que mirarlo a los ojos para perderle el miedo.

Espero que no tomes como una imposición lo siguiente: Debes practicar alguna forma de práctica sicofísica que te permita superar tu temor y, en mi opinión, la más apropiada es el Sant Mat o "Yoga de la muerte". Simplemente lee. Encontrar un maestro en occidente es muy difícil y puedo apostar a que 99 de cada 100 serán estafadores de siete suelas.

P.

Frank Lhermitte dijo...

En mi opinión, es peor el sentimiento de pérdida de un ser querido que cualquier otra cosa que se te ocurra. ¿Tienes miedo a morir? Muy poca gente puede ver la vida escaparse entre sus manos cuando sucede. Y aunque suceda ésto, tú no te enterarás. Serán tus seres queridos quienes te lloren y te recuerden.

Eso no quita que alguna que otra noche me haya despertado empapado en sudor teniendo pesadillas de nuestra propia muerte.

DartaJuan dijo...

acabo de encontrar tu blog y me pareces un tipo con la cabeza muy bien puesta.
Yo también estudio medicina, tengo 19 años para 20 y alguna vez también me lo he planteado.

En mi caso, he ido este verano al quirófano con mi tío y la principal sensación con la que me quedé (aparte de la de haber aprendido y disfrutado con el conocimiento) es la de angustia ante las caras de dolor que podían poner los pacientes, bien por una anestesia no correctamente puesta, bien porque su propio subconsciente les diga que les están haciendo daño... (aunque realmente no lo sientan por la anestesia)
La muerte no es sino el siguiente paso a mis reflexiones. Es ... dura. Difícil de asimilar, sobretodo cuando te toca cerca. Pero en fin, es nuestro sino. Los médicos tenemos que aprender a saber llevar esa carga, supongo...

Anónimo dijo...

Una lectura interesante (gracias a Microsiervos), la verdad esque tener la certeza de que en 40 o 50 años (con suerte) todos nosotros estaremos muertos, o con un pié en la tumba... es desesperante. 50 años no son nada. Solo espero que cuando llegue el momento esté cansado de vivir.

Montse dijo...

Como dices, la muerte es durísima de encajar cuando acecha antes de tiempo. Los que la hemos vivido de cerca, pasamos por varias fases. Rabia, impotencia, desconcierto, rebeldía. Luego piensas que hay que vivir la vida a tope y probarlo todo. Pero luego te das cuenta que vivir la vida no es más que escuchar tu corazón y vivir intensamente cada momento aunque sea una rutinaria visita al súper. La mayoría de cosas que hacemos, las hacemos pensando en otras muchas y de esta forma no conseguimos disfrutarlas, sentirlas. Y eso hace que no podamos disfrutar el aquí y el ahora y estemos hipotecando constantemente el presente. La muerte, pues, como dice Juana, es buena tenerla presente de vez en cuando, precisamente para valorar más aún la vida. Por eso es tan beneficioso este post, para abrir de nuevo el debate y tener un motivo para valorar todo lo que nos hace vibrar.

Dr. Bonis dijo...

curiosa epoca esta. nuestra sociedad niega la muerte de tal forma que salen medicos de las facultades de medicina sin haber asimilado su propia muerte (¿para que creeis que se hacen lasndisecciones en primero de carrera?... aunque creo que ya casi ni se hacen). luego pasa que muchos medicos creen que "salvan vidas" y se frustran tarde o temprano.

hace 500 años los niños jamas oian hablar de sexo pero veian morir a sus familiares en casa. hoy ponen sexo en horario infantil pero la muerte es un tabu y algo que es mejor que ocurra en una UVI "con medios"

si tienes oportunidad te recomiendo visites el museo del prado y le dediques tiempo a analizar el "triptico de las delicias" de El Bosco. aquella gente tenia la muerte muy presente en sus vidas. encontratas en el cuadro que las ideas sobre "sexo indiscriminado", "culpa", "tempus fugit" y sentido de la existencia estaban muy presentes en las mentes de la epoca.

personalmente me alegro de ser mortal. la muerte sirve para dar sentido temporal a la existencia.

Anónimo dijo...

Ya sabes que me encanta hablar de estas cosas (siempre prefiero el vis a vis, pero plantearlo aquí como macroconversación también es muy interesante)

Cuando quieras, otra. Aunque, por favor, procura no pegarme una pulmonía la próxima vez: como me muera, entonces sí que te vas a sentir culpable.

Te quiero*

María dijo...

Qúe pena...

Anónimo dijo...

En realidad, la propia muerte no existe. Una vez muerto, dejamos de sentir, de estar conscientes. Por tanto, no podemos experimentar nuestra propia muerte.
¿Entonces qué nos produce el miedo a morir? La "imaginación" de nuestra propia muerte.
La muerte de un ser querido ya es otra cosa; podemos experimentarla realmente, y nos genera mucho sufrimiento.