Yo no soy juez, y por eso cada vez me molesta más que me hagan juzgar sobre si algo está bien o mal. No voy a decantarme por si el Tomate era un buen programa (divertido, original, dinámico) o uno malo (degradante, ácido e insultante); pero la realidad es que ayer nos emitieron el último capítulo.
Lo han censurado. No ha sido la primera vez en ocurrir esto: hace unos años prohibieron Caiga quien caiga; un poco antes, el Mississippi. Parece que cuando en la televisión un presentador tiene mucha audiencia y comienza a atacar a ciertas personas, su programa se depura radicalmente y sin reparos de la programación.
Y esto es muy grave, sobre todo en un país como el nuestro donde intentamos luchar por los derechos humanos. Tal vez sea una deducción falaz, pero por esta regla de tres, si se eliminan los programas que dan las noticias sin pelos en la lengua, ¿por qué el telediario sigue año tras año en prime time?
2 de febrero de 2008
Aquí no hay tomate
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