23 de agosto de 2011

Don Sensible y doña Específica


Capítulo I

Había una vez, hace muchos años, un médico sensible.

Bueno, en realidad esto es un cuento, no hace falta decir que hace muchos años desde que ocurriera esta historia. Y cuando digo que el médico era sensible, no quiero decir que fuera especialmente empático con los sentimientos de sus pacientes, no. Cuando digo sensible, quiero decir otra cosa.

El médico era sensible porque era capaz de detectar cuándo uno de sus pacientes enfermos estaba enfermo. Dicho de otra forma, que un paciente enfermo no se escabapa de su consulta etiquetado de "a usted no le pasa nada". Sí, nuestro médico era capaz de percibir cualquier mínimo indicio en sus pacientes que le indicara que éstos estaban enfermos. "Pues vaya mérito" -pensarán ustedes- "es lo mínimo que se le puede exigir a un médico" -continuarán sin caer en la cuenta del problema del que adolecía este doctor.

Le llamaremos A. Vale, está bien, "A" es un nombre demasiado científico. No sé... ...bautícenlo como Antonio, Alberto, Aniceto, Anastasio o como mejor les parezca. El problema de Don Anacleto era que consideraba síntomas muy banales como indicios de presuntas enfermedades muy graves. Claro, así no se le escapaba nadie. Él detectaba a todos los enfermos, sí, pero a costa de decir que muchos sanos estaban graves. Porque, ¿y si ese simple resfriado de aquel chiquillo no era en realidad una neumonía atípica? ¿Y si esa lumbalgia de aquel señor no tenía detrás cualquier enfermedad más seria?

La consulta de al lado la pasaba la doctora "B". Doña Blanca, doña Blasa, doña Brígida o como prefieran. El caso es que doña Berta era todo lo opuesto a don Álvaro. Muy enfermo tenía que venir uno de sus pacientes para que ella detectara que le pasaba algo. Muchos pacientes graves se le escapaban sin que ella se hubiera dado cuenta, pero a su favor podía decir que, al revés de don Anatolio, doña Beatriz jamás le pondría una etiqueta de enfermo a alguien que no lo estuviera. Era todo lo contrario de una médica sensible. Era una médica específica.

¿Y quién de los dos lo hacía mejor, don Ataulfo o doña Baldomera? Pues como todo en esta vida, depende. Comenzamos hoy una serie de actualizaciones que pretenden introducir mi tesis doctoral de forma simple y comprensible. Si quieren conocer la respuesta a esta pregunta, sigan sintonizando el mismo canal a la misma hora. O bien, suscríbanse al blog mediante RSS.

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doctorpete dijo...

Pues nada, primero pasan por la consulta de Anacleto, los sanos se van a su casa, que seguro que estan sanos y los enfermos derivados a Berta!

javierpadillab dijo...

Emilio, supongo que conoces este texto... un clásico de la Atención Primaria que explica las funciones de los diferentes niveles asistenciales en función de especificidad, sensibilidad y valores predictivos, en forma de cuento :)

http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1835499/

Azucena Santillán dijo...

Me ha encantado! A modo de parabola. Sólo te han faltado los fariseos diagnosticando lupus.
Un abrazo!

Inés Bajo dijo...

Me ha gustado mucho y más al ver reflejado a más de uno como Don Anastasio y otros tantos como Doña Bárbara...

Un saludo!

Iñaki dijo...

¡¡¡Eres genial, tio!!!

Dr. Bonis dijo...

Como dice Javithink, este post es un remake de "The Gatekeeper and the Wizard: a fairy tale."

Recomiendo su lectura encarecidamente.

Asclepium dijo...

Me ha gustado mucho! Un saludo y enhorabuena por este blog!

Federico Relimpio Astolfi dijo...

Parece simple y no lo es... Y tiene unas terribles repercusiones sobre la Gestión Clínica. Don Aniceto es la ruina del Sistema... Es el médico que evitan los gestores. Doña Blasa es justamente lo que quiere el Sistema... Pero con sonrisa, diplomacia y quedando bien. Usted no tiene, nada! Tranquilo hombre! Además, va por especialidades y por perfiles... Don Aniceto abunda en Medicina Interna, por ejemplo. Doña Blasa la podemos tener en muchas especialidades, pero siempre en médico "colaborador", aspirante a "carguillo" y en "buena sintonía". Creo que lo mejor es hacer una buena "curva de ROC" aunque tardará uno algunos años en encontrar el punto justo.

Yáiza dijo...

Nunca es tarde para refrescar los conceptos de sensibilidad y especificidad! Siempre lo acabo mezclando todo. Intentaré recordar a Don Ambrosio y Doña Belinda.

Frank Lhermitte dijo...

Supongo que ya te lo habrán pasado, pero por si acaso: http://docenciajaenmfyc.blogspot.com/2011/04/el-guardian-y-el-mago.html (la historia del Guardián y el mago, y así de paso le hago un poco de publi al blog de mi unidad docente :) )

Anónimo dijo...

en realidad los conceptos de sensibilidad y especificad no tienen mucho valor a no ser que te dediques a salud publica o trabajes en las gestión de especialidades medicas diagnósticas.
pero esta bien el cuento y me ha gustado mucho el comentario de doctorpete aplicando la parábola de Emilio al uso de test diagnósticos en por ejemplo enfermedades infecciosas

Juan Antonio dijo...

Me gusta mucho la forma que tienes de contar las cosas, Emilio. Seguiré esta saga con interés. Un saludo